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El pequeño Matías (i) suele jugar en la misma categoría que su primo Luis.Álex Lima / Extra

Barriales: Luis Sánchez y Matías Asitimbay, los hermanos Korioto de El Cóndor

Los jóvenes jugadores de la escuela Enrique Saltos de la ciudadela al norte de Guayaquil están unidos por la sangre y el amor al fútbol

Luis Sánchez y Matías Asitimbay tienen 13 y 8 años, respectivamente. Aunque los une un lazo familiar como primos, el fútbol ha forjado entre ellos una hermandad inquebrantable.

Viven en la ciudadela El Cóndor, al norte de Guayaquil, donde militan en la escuela Enrique Saltos teniendo en el balón un símbolo de su amistad y el motor que impulsa sus sueños de convertirse en futbolistas profesionales.

Desde pequeños, el deporte rey los atrapó. Luis recuerda con una sonrisa el momento en que todo comenzó: “Mi primer recuerdo con mi primo Matías es invitarlo a jugar con el balón en una reunión familiar. Había otros niños, creo que también eran mis primos, pero como no les gustaba el fútbol, jugamos los dos solos”.

Aquella invitación se volvió eterna, porque desde entonces no hubo día en que no compartieran una pichanga o una charla sobre los partidos de los torneos que más aman: Champions League, Sudamericana, Libertadores, Mundial o el torneo ecuatoriano.

Con el tiempo, descubrieron que vivían en el mismo sector, lo que fortaleció aún más su vínculo. “Nos empezamos a unir para salir a jugar. Ahí ya nos íbamos al parque y jugábamos con otros niños; nos quedábamos hasta la noche y nos divertíamos mucho”, comenta con entusiasmo Luis.

Los primos Luis Sánchez y Matías Asitimbay durante una práctica.ALEX LIMA / EXTRA

Sin embargo, su entusiasmo por el fútbol llegó a preocupar a sus padres, quienes les pidieron equilibrar sus horas de juego con el estudio. Pero la pasión pudo más que las restricciones.

“Como nos quedábamos hasta tarde jugando, ya no nos dejaban salir mucho. Aparte de jugar con otros niños, nos quedábamos entrenando las jugadas que hacemos en la cancha, así como los hermanos Korioto de Supercampeones (serie)”, recuerda entre risas Matías.

Aquella dedicación llamó la atención de sus padres, quienes decidieron apoyarlos y matricularlos en un club formativo.

Hoy, ambos estudian en las mañanas y, por las tardes, de 15:00 a 17:00, entrenan en la escuela Enrique Saltos, en una cancha de tierra del propio sector de El Cóndor. Allí, su complicidad se transforma en trabajo en equipo.

“Todas esas jugadas que practicamos en el parque ahora las aplicamos en los barriales. Parecemos los hermanos Korioto (dice Matías entre risas), nos entendemos muy bien en la cancha. Y es que trabajamos duro para cumplir nuestro sueño de ser futbolistas profesionales”, recalcó Matías, quien suele jugar en la misma categoría de Luis, la sub-12.

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