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Copa Pistón 2025 reunió a amantes de los autos clásicos en Yahuarcocha
En la apertura de las fiestas de Ibarra desfilaron y compitieron modelos de marcas legendarias. Los autos y sus dueños, un amor a prueba de asfalto.
Los autos generan afectos, memoria y orgullo. Su vínculo con la vida de la gente y la cultura popular es sorprendente; son amados, se hacen parte de las familias y sus legados, se los bendice con el curita del barrio y protagonizan películas memorables.
En “Gran Torino”, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood (2008), un Ford Gran Torino de 1972 es la estrella. El letal final de “Los puentes de Madison” (1995), del mismo Clint Eastwood; transcurre en dos Chevrolet: una C-10 y una Apache. Ya en “El Camino” (2019), el film que derivó de “Breaking bad”, Jesse Pinkman huye en una Chevrolet El Camino de 1981.
Yahuarcocha con autos de película

Con todo este contexto ‘de película’, Yahuarcocha acogió hace poco a unos 40 autos clásicos que se tomaron el autódromo de la ciudad para desfilar y correr la Copa Pistón 2025, evento que reunió modelos y marcas legendarias en esa relación dueño-máquina traducida en la inversión, el mecánico, así como la sabiduría para tenerlos impecables y rodando.
Fue un día soñado para los amantes del mundo motor, con pruebas de manejo, piques y cortas carreras en las distintas categorías que mostraron a estos musculosos “abuelos”, devorando el mítico asfalto de Yahuarcocha.
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Un alemán y un francés a toda madre

Mateo Arellano fue el veinteañero que piloteó un Volkswagen de 1969, alemán y con pedigrí. Sus padres conservaban el Escarabajo desde hace cuatro años, tiempo en el que cambiaron el motor original de 1400 cc, a uno de 1915 cc, lo que le dio velocidades de hasta 150 km/h.
En la Copa Pistón, el ejemplar brindó electrizantes episodios enfrentando al Peugeot 504 modelo 1978, con motor original de 1600 cc, manejado por Lenin García. “Lo tenemos desde hace 20 años, es nuestro consentido y está volviendo a correr 12 meses después” dijo emocionado García, mientras era abrazado por su familia. “Historia y adrenalina; seguimos en la pista”, auguró.
La bestia y el monstruo

Así como García, historias hay para hacer varios libro. Por ejemplo Sebastián Pánchez pasó un año buscando su Blazer. Hoy el auto luce con el color y piezas originales y modificaciones en el sonido, suspensión y llantas todo terreno. “Siempre quise una de estas”, dijo Pánchez pasando franela al capó de La Bestia, como bautizó al ejemplar de 1981, motor de 5200 cc y carburador de dos bocas.
Alberto y Luis Andrade, padre e hijo, mostraban con orgullo la paciencia para reconstruir un formidable Ford Mustang, 1971, motor de 5000 cc, carburador de cuatro bocas. Fueron dos años importando piezas, clavados en talleres de mecánicos amigos y con sus propios conocimientos. “Este monstruo es un trueno”, sacó pecho Luis.
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