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Leonardo Soledispa: “Nunca debí irme de Barcelona”
Su carrera se fue a pique luego de dejar a Barcelona. Reflexionó desde su retiro, su proceso como futbolista profesional.

Actualmente trabaja para la Prefectura del Guayas y da clases de fútbol a niños en el Guasmo Norte.
“Por la forma en la que me trataban decidí irme. Fue por eso, yo soy barcelonista, pero hubo cosas que no me gustaron”, confesó Leonardo Soledispa a EXTRA, mientras recordaba su proceso futbolístico venido a menos, luego de su salida del conjunto amarillo en 2007.
El exmediocampista guayaquileño, con 35 años y retirado de forma prematura hace ya cuatro, cimentó su carrera deportiva en las formativas del club amarillo desde que tenía 12.
“Cuando era chico iba a entrenar, regresaba a casa y me quedaba haciendo las tareas hasta tarde. Lo importante era ser constante”, narró. Sin embargo, ese sacrificio que le significó a Soledispa llegar a debutar como profesional en 1999, no fue suficiente para cambiar una decisión de la que se arrepiente en la actualidad.
“Nunca debí haberme ido de Barcelona, me hubiese quedado. Incluso, aguantando los resentimientos que tenía. Salí y perdí protagonismo, dejaron de verme”, detalló, no sin antes explicar las razones de su malestar.
“Uno es del club, salió de las formativas, entonces uno también necesita un buen trato, no solo un jugador que se incorpora. Como los canteranos le pertenecían al club, no te prestan las atenciones necesarias, no te quieren subir sueldos. En ese tiempo era así. Además se renovó de técnico y eso influye bastante en estas cosas, hubo preferencias por otros”.
Todos estos factores influyeron para buscar alternativas, sobre todo, el tema económico, debido a que tenía ya tres meses sin cobrar su sueldo. A pesar de aquello, Soledispa asegura que nunca pensó en demandar al club, porque era consciente de la situación que atravesaba.
“La institución estaba mal, no tenía dinero. Preferí no hacerlo”, manifestó, quien en la actualidad ya da por perdido un dinero que “no se puede recuperar”.
La salida de Barcelona
En ese lapso de inconformidad que vivió en el equipo torero le llegaron varias propuestas, entre ellas, una de Emelec. “Hubo reuniones, pero no se llegó a concretar”. Al final, terminó por decidirse en viajar hasta la ciudad austral para vincularse al Deportivo Cuenca y “poder disputar Copa Libertadores”.
Dejando atrás la vida profesional que creó en Guayaquil, junto con los ocho años que permaneció en el primer equipo de Barcelona.
A partir de ese momento, su carrera fue intermitente y pasó por seis clubes más, todos locales, y en ninguno duró más de un año. “En ese tiempo, los equipos no te pagaban y pedían que renueves cuando aún te debían salarios”, agregó.
El retiro
A los 31 años, y ya con una trayectoria nacional, Soledispa tomó la decisión de dejar de jugar al fútbol. A esa edad, la idea de que “en ningún otro equipo del Ecuador se vive como en Barcelona” se intensificaban y, consciente de que su regreso al conjunto torero se podría concretar, prefirió ponerle fin a esta etapa.
“Barcelona es otro mundo, todos te conocen, todos te felicitan cuando el equipo gana, pero también son muy drásticos cuando el equipo pierde. Sí hay momentos en los que uno quiere irse porque la gente en la calle te juzga mucho, pero el fútbol es de momentos y pocos lo entienden”, aseguró Leonardo, quien además considera que el retiro del futbolista ecuatoriano, en muchas ocasiones, puede “ser egoísta”.
Consciente de las dificultades que acarreaba alejarse del deporte, el exvolante nacional asegura que haber dejado de correr detrás de un balón no le ha afectado y que, incluso, le ha servido para entrenar a niños con las mismas ilusiones que él tuvo desde chico.
“No imaginé así mi retiro, siempre pensé despedirme en Barcelona. Mi idea era jugar allí, pisar selección, si había la oportunidad salir del país, bienvenido sea y luego volver”, señaló Leonardo, ante las risas y miradas de más de 20 niños, a quienes entrena actualmente, en una cancha de arcilla ubicada en el Guasmo norte del Puerto Principal.
“El futbolista ecuatoriano tiene tiempo para realizar actividades, mientras es jugador, que le sirvan para su posterior retiro. Ya es cosa de cada uno, qué es lo que quiere y lo que tiene en mente”, concluyó.
“Le di una manito a Vanegas”
“Ya me estaba yendo al camerino cuando terminó el partido, sí un poco molesto porque habíamos empatado y nos merecíamos el triunfo, solo me giré y vi el problema. Observé al compañero Samuel Vanegas que estaba ya con tres rivales a su alrededor, yo no soy de pelear pero en ese momento no sé qué me pasó y fui a darle una manito pues no”. Así narró Soledispa, entre risas, aquella ‘batalla campal’ que se generó al final de un compromiso entre Liga de Quito y Barcelona, en Ponciano, en 2006.
Una vez inmerso en el problema, Soledispa fue quien llevó la peor parte de la gresca en el antiguo estadio Casa Blanca. Y, además, asegura no tener ningún tipo de resentimiento para quien lo golpeó estando en el piso. “Allí estuvimos, después tuve otro roce con otro jugador de Liga, también con el arquero y pasó lo que tuvo que pasar. Me pegaron en el pecho, caí al piso y cuando me quise levantar fue cuando me dieron la patada en la nariz. Me rompieron el tabique y se me hundieron un poco el pómulo”, narra, con clara tranquilidad.
Luego de estar hospitalizado cinco días, dos en Quito y tres en Guayaquil, el exvolante manifestó que recibió llamadas de varios futbolistas, entre ellos, Agustín Delgado. “Cuando pienso en ese partido se me viene a la mente la cara de Agustín Delgado. Éramos compañeros en Barcelona, compartimos ratos en la selección, pero siempre hubo respeto. Me llamó, al igual que Jairito Campos, con quien tuve un roce aquel día y me pidió disculpas”.
Sin embargo, hubo una llamada que no le agradó mucho. Aceptó las disculpas y prefirió “evitar”. Se trata de Carlos Espínola, defensor paraguayo que le propinó la patada en el rostro.
Tras esa pelea en 2006, Soledispa asegura que la rivalidad entre albos y canarios aumentó, sobre todo en los partidos que se disputan en Quito y, además, al recordar ese cotejo, asegura que todo pasó por la calentura del momento. “Nunca juré venganza a nadie, todo quedó allí”, confesó.