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Félix Badaraco: "Los árbitros merecen respeto"

El golpe que le dio Héctor Lautaro Chiriboga a su colega Álex Cajas lo llenó de coraje. “Si a mí me pegaba, le respondía con tres puñetazos y lo remataba con un cabezazo”, dijo a EXTRA.

Félix Badaraco
En 2007, el exárbitro Fifa, Félix Badaraco (azul), recibió un machetazo por parte de un hincha.Cortesía

El puñetazo que recibió el árbitro Álex Cajas de Héctor Lautaro Chiriboga, preparador de arqueros de Macará, en el partido que empataron (1-1) los celestes con Aucas, el pasado sábado por LigaPro, hizo que el excolegiado FIFA, Félix Badaraco, recordara uno de los momentos más amargos que pasó en su carrera (se retiró en 2008). En 2007 lo machetearon.

“Estaba viendo el partido y cuando ocurrió la agresión recordé lo que me pasó, sentí como si me hubiesen pegado a mí, me llené de coraje e impotencia porque no podía defender a mi colega. Cada persona tiene su reacción, pero si a mí me pegaba, le respondía con tres puñetazos y lo remataba con un cabezazo”, dijo ante la agresión de Chiriboga a Cajas.

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El domingo 27 de mayo de 2007, tras culminar la paridad (0-0) entre Imbabura y El Nacional, que se jugó en el estadio Olímpico de Ibarra, la terna arbitral conformada por: Badaraco (asistente uno), Carlos Herrera (asistente dos), Jackson Díaz (central) y José Luis Espinel (cuarto árbitro), fue agredida físicamente por 20 hinchas de los imbabureños.

El partido terminó cerca de las 18:00 y los colegiados se retiraron a las 19:30, cuando se suponía que todas las personas ya se habían marchado. A ellos les tocó ir por la puerta principal del reducto, ya que la de salida del camerino de los árbitros estaba cerrada con candado.

LES TENÍAN UNA EMBOSCADA

En medio de la oscuridad, porque les apagaron las luces, se dirigieron a la entrada, donde los estaban esperando. Los fanáticos estaban ubicados en dos filas indias y cuando se acercaron los amenazaron: “hasta aquí llegaron”, “no nos van a perjudicar más”, entre otras frases recibieron, según Badaraco.

“Algo sospeché porque nos dejaron sin resguardo policial y nos apagaron las luces del camerino, aparte que nuestra salida la dejaron con candado. Cuando vimos a los hinchas le dije a Jackson que llamemos a la Policía para salir, pero me dijo que vayamos sin miedo porque el partido no tuvo jugadas polémicas”, recordó.

Félix Badaraco
Una herida de 10 centímetros le quedó luego de recibir el machetazo.Archivo

En medio de los insultos primero pasó Díaz, luego fue Badaraco y detrás de él cruzó Herrera, a quien le pegaron un puñetazo en la sien y lo tiraron al piso. En ese instante se armó la puñetiza que duró, por lo menos, 20 minutos.

Mientras Félix y Díaz se defendían, se pusieron espalda con espalda, pues ellos saben boxear, Espinel solo les avisaba con gritos por donde les iban a pegar y Herrera estaba siendo golpeado en el piso.

“Con Díaz tuvimos que regresar a defenderlos. Esa gente estaba mareada y se nos lanzó con todo, pero aun así les estábamos ganando. En ese momento un negro sacó un machete y Jackson se quedó sin reacción, se puso amarillo. Solo les gritaba que ya se tranquilicen porque ya nos habían pegado, pero él no paró”, acotó.

Al ver que uno de los agresores sacó el arma blanca, se agruparon y utilizaron sus mochilas como escudo para evitar los machetazos. En ese jaloneo, Herrera logró salir del estadio y corrió en busca de la Policía. Llegó con el apoyo necesario.

“Vino la Policía y los detuvieron a todos, recién en ese momento me di cuenta de que tenía un corte en la mano. No sentí nada cuando me cayó el machetazo, pero cuando me vi la sangre les pedí a los policías que lo soltaran porque quería pelear con él, pero solo me dejaron golpearlo mientras estaba detenido”, dijo sobre la herida que le dejó una cicatriz de 10 centímetros.

Badaraco recalcó que los llevaron detenidos a los agresores, pero en la comisaría desaparecieron la prueba. “Llegó un Capitán y dio la orden que desaparezcan el machete. Les hice relajo, pero ellos solo decían que no encontraron nada. Igual los denunciamos, pero no le dimos continuidad al caso. Nos ayudaron los abogados de la Asociación Provincial de Imbabura en todo momento”.

Tras realizar las investigaciones y que el médico legista los evaluara el martes 29 de mayo de 2007, ese mismo día los atacantes fueron liberados y afuera de la comisaría una multitud de 30 personas, entre familiares y amigos, esperó a uno de ellos, quienes también volvieron a agredir a los árbitros Badaraco, Díaz, Herrera y Espinel.

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“Ellos nos querían linchar porque uno terminó bien golpeado, estaba molido e hinchado porque Jackson le dio duro a ese negro. La mamá de ese tipo, una señora alta, nos metió un manazo en la nuca, pero no respondimos porque era mujer. Tuvimos que salir escoltados por la Policía. Hicimos la denuncia y nos regresamos a Quito”, dijo.

Finalmente, Badaraco aseguró que está preocupado por la seguridad de sus colegas. “Las cosas siguen igual en seguridad. Han pasado 15 años y todavía hay esa sensación de inseguridad. Me preocupa que no se le dé importancia, a pesar de ya ha sucedido en el pasado. Antes hasta iba un fiscal a los partidos, pero ahora ya no van. Los colegas merecen respeto”.

¡LA HERIDA SE LE INFECTÓ!

A principios de junio de 2007, un mes después del machetazo que recibió, Félix Badaraco tenía que viajar a Venezuela para someterse a las pruebas médicas y físicas porque fue convocado para la Copa América (empezó el 26 de junio), a las que acudió tras una intervención quirúrgica en su mano derecha.

Al tener infectada la herida de su extremidad fue operado en una clínica de Guayaquil, la cual costeó con el seguro médico que les daba la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF). Se gastó 8.000 dólares.

“A los tres o cuatro días se me infectó la herida porque la curación que me hicieron en Imbabura fue mala. A las pruebas de la Copa América llegué con la mano hinchada y todavía estaba tomando medicina. No podía ni hacer esfuerzo físico, pero me movía en una bicicleta estática para no perder mi forma física. Tuve que ir con la mano vendada”, recordó.

En las pruebas físicas tuvo que ‘amagar’ a los especialistas. “Era asistente uno y me tocó amarrarme la banderola a la mano porque no la podía agarrar. No se dieron cuenta y pude estar en el torneo”, finalizó.