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Ecuador

Conozca Punta Blanca, un paraíso en la costa de Esmeraldas
Con pozas de agua cristalina, arena blanca y palmeras danzantes, Muisne cuenta con un refugio de calma y encanto natural
Apenas se pisa la arena de Punta Blanca, conocida por los lugareños como Las Positas, el murmullo del mar se convierte en una melodía constante. El oleaje, en su vaivén infinito, se funde con el susurro de las palmeras que se mecen, majestuosas como guardianas de este rincón escondido de Muisne, en la provincia de Esmeraldas.
Este sitio es un paraíso natural, lejos del bullicio de las ciudades, donde el tiempo parece detenerse. El aire huele a mar, a vegetación húmeda y a coco fresco. Cuando la marea baja, la magia se revela.
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Entre la arena fina y las rocas surgen pequeñas pozas de agua cristalina: espejos de colores turquesa y verde que resguardan diminutos peces, caracoles y estrellas de mar. Es un escenario perfecto para los aventureros que disfrutan del buceo o para quienes prefieren simplemente sumergirse y sentir cómo el agua tibia acaricia la piel. Los niños, fascinados, convierten cada poza en su propio universo de descubrimiento.
A un costado, las palmeras proyectan sus largas sombras sobre la arena dorada. El sonido de sus hojas chocando entre sí, acompaña a quienes extienden sus toallas para leer, descansar. “Aquí todo se siente distinto, hasta el silencio suena hermoso”, comenta Cristina, una visitante de Quito que llega cada verano.

Pobladores muestran encantos a turistas
Los pescadores cruzan en sus canoas, saludando con una sonrisa amable, como si invitaran al visitante a ser parte de su cotidianidad. “Para nosotros, Las Positas no es solo una playa. Es nuestra casa, nuestro sustento y nuestra alegría. Aquí crecimos y aprendimos a vivir del mar. Cuando llegan los turistas, les mostramos con cariño cómo cuidamos este pedacito de cielo", cuenta don Ernesto.
Basta caminar descalzo por la arena, sentir cómo se desliza entre los dedos, o recostarse bajo una palmera escuchando el canto lejano de las aves marinas. Los aromas se mezclan: la fragancia dulce del coco, el olor fresco de la brisa, el salitre que se impregna en la piel. Cada detalle construye una experiencia sensorial única.
Punta Blanca es ideal para quienes buscan calma, para las familias que desean un espacio seguro y divertido o para las parejas que sueñan con atardeceres románticos.

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