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Diario Extra Ecuador

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El triángulo de los desahuciados

Tras desvelar el problema que sufre Petrillo desde 2014, EXTRA descubrió la nueva ruta que usan los consumidores para comprar ‘H’.

Ahora, Alfonso suele conseguir la droga en el sector de La Loma. Inhala una sola funda para dormir.

Ahora, Alfonso suele conseguir la droga en el sector de La Loma. Inhala una sola funda para dormir.Extra / Gerardo Menoscal

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La travesía empieza al atardecer. Mientras decenas de colegiales emergen de las aulas para regresar a sus casas, otros adolescentes y jóvenes se lanzan a las calles en busca del letal veneno que los enganchó hace tres años: la ‘H’.

Como publicó EXTRA, los moradores creen que el narcótico llegó con algunos beneficiarios de un plan habitacional desarrollado por el Miduvi (la titular de dicha cartera, María Alejandra Vicuña, aseguró que estudiará e investigará el caso).

Los adictos sortean a la muerte y a las autoridades. Deambulan como zombis por estrechos caminos de tierra desde el centro hasta el sector de La Loma, uno de los nuevos sitios de venta de droga desde que la Policía Nacional intervino en la localidad.

Este Diario decide seguir los pasos de los muchachos, que atraviesan La Primavera, antiguo mercadillo de estupefacientes y que, ahora, parece ser de nuevo el lugar de recreo para el que fue creado.

La Loma no cuenta con postes de alumbrado eléctrico, pero sí con la presencia permanente de un hombre y una mujer, que esperan con paciencia a sus ‘presas’ para estrecharles la mano e intercambiar las fundas por un puñado de monedas. Ambos caminan de un lado a otro con disimulo, como turistas perdidos en una gran ciudad.

Alfonso ha sido el primero en caer. El joven cuida carros para adquirir su dosis diaria de ‘H’. Mientras se ‘jala’ un pase, admite que necesita la droga para dormir tranquilo sin que la ‘mona’ lo aceche y desvele.

Acto seguido, ya de regreso al corazón de Petrillo, alza la mano, como un torero que saluda al tendido tras la faena, en busca de algún conductor al que vigilar su auto.

En un día bueno, este adicto de 25 años, que aparenta veinte más por sus dientes caídos y su rostro demacrado, consigue diez dólares. De esa cantidad, usa dos para adquirir una funda, que devora debajo de un puente. Esa es su casa desde hace dos meses, cuando su madre lo botó del hogar.

Si los expendedores no están en La Loma, Alfonso recorre tres kilómetros de carretera a pie hasta el pueblo de Puente Lucía, un segundo punto habilitado por los microtraficantes para vender discretamente, lejos de la vigilancia policial. Al igual que en La Loma, EXTRA no ve a ningún agente durante sus cuatro recorridos por el lugar.

–¿Compras mucho en Puente Lucía?

–No, porque ahí venden ‘H’ mala. La mezclan con veneno y otras cosas. Dos chicos ya han muerto por eso.

–Entonces, ¿a dónde vas si no hay en La Primavera o La Loma?

–Me voy a Pascuales (Guayaquil). En La Loma a veces caen los policías y ellos –supuestamente– nos pegan. Incluso me han metido electricidad para que les diga quién vende.

–¿No te da miedo morir a causa de la droga adulterada?

–No. Ya no me importa nada.

El drama

Mientras Alfonso se pierde en las calles, Vicente, de 23 años, se refugia en el espeso follaje que cerca el patio de su humilde casa.

Ahí tiene una diminuta silla, donde se sienta a controlar el temblor de sus piernas, escuálidas por el narcótico. El síndrome de abstinencia le ronda.

Esquiva la mirada, pero confiesa que la probó por pura curiosidad. Luego no pudo dejar la droga que lo envolvió como la ceguera a su padre, quien se ha adentrado en un mundo de oscuridad y precariedad por la diabetes y la pobreza.

El chico pasa la mayor parte del día en La Loma, Puente Lucía o Pascuales, sumergiéndose en la falsa felicidad que le causa cada ‘jalada’.

Ha intentado rehabilitarse. Estuvo tres meses en una clínica y se escapó por los presuntos malos tratos que recibía. Desde entonces no tiene hora fija de consumo. Lo hace a todas horas.

“Si vemos a los ‘chapas’ en una vereda, nos cruzamos a la otra y así. Ellos –presuntamente– nos pegan y hasta nos quitan el dinero”, afirma ‘paniqueado’, como si estuviera esquivando en ese momento a la autoridad.

No deja de girar una moneda entre sus dedos negruzcos. Ignora a su madre y admite estar ansioso por salir nuevamente a consumir. “Ya me tengo que ir. Otro día hablamos”, zanja mientras se sienta nuevamente por pedido de su progenitora.

Vicente no trabaja. Dice que consigue el dinero con pequeños ‘cachuelos’, pero su madre lo contradice y aprovecha la oportunidad para reprocharle que robe las pocas pertenencias de valor de su inmueble.

Por ese motivo, lo ha relegado a un diminuto e improvisado cuarto en el patio. Solo hay una cama, un famélico colchón y una lavadora vieja. “Aquí hacemos que duerma para que no nos quite nada”, señala la mujer resignada.

Desde las 15:00, Bryan, de 19 años, monta guardia en la calle junto a su hermano y otro joven, de 20.

Los tres llevan todo el día buscándose la vida para recolectar cinco dólares. Y ya por la noche, hacen la ruta de los adictos y usan cuatro de ellos en su gris ‘merienda’. El dólar sobrante lo destinan a comprar la dosis de la mañana siguiente.

No tiene reparos en reconocer que está enfermo, en que los seis meses de rehabilitación que pasó en un centro no fueron suficientes. Recayó por la insistencia de las “malas juntas”, confiesa arrepentido.

No obstante, detalla orgulloso que ahora solo necesita una funda diaria, no cinco como antes. Suele adquirirla en La Loma o Pascuales. “Tengo que inhalar poco a poco porque me podría dar una sobredosis”, explica después de que, hace un tiempo, su corazón amagara con paralizarse. Su tabique estaba lleno de polvo. Fue ahí cuando intentó dejar la adicción.

Inquieto, decide no responder más preguntas de EXTRA. Su argumento es que le faltan cincuenta centavos para su porción nocturna de ‘H’.

–Te acompaño a comprar la droga y seguimos hablando.

–No, mejor no.

–¿Por qué?

–Si te llevo, nos matan.

La entrevista

“Falta que la autoridad local se involucre”

Aún se expende droga en Petrillo y sus alrededores...

Cuando se hace este tipo de intervenciones, el delito se desplaza. La Policía Nacional intervino y cumplió con los compromisos acordados en el sector, pero falta que la autoridad local se involucre más en el territorio y dé la atención que se requiere.

¿A qué esperan para actuar en los nuevos sectores?

Como Policía continuamos trabajando. No nos hemos olvidado de Petrillo. Cuando el delito empezó a desplazarse, nosotros también. Inicialmente, siempre ponemos uniformados fijos un tiempo y luego tienen que moverse a donde van los expendedores.

Hay rumores de policías que venden y maltratan a adictos

Bueno, no he conocido eso. Si eso está pasando, tengan la seguridad de que, como comandante, no lo permitiré. Si la ciudadanía tiene información, le pido que venga y me la diga para investigar, que no se quede solo en rumores.

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