Exclusivo
Ecuador

Esmeraldas: En Atacames, Same, Tonchigüe y Tonsupa el feriado estuvo 'flojo'
Los anfitriones creen que volverán mejores días. Se preguntan dónde está la plata de las bonanzas de antaño. Además, hay miedo…
Durante el último feriado por los 205 años de independencia de Guayaquil, EXTRA recorrió Tonsupa, Atacames, Same y Tonchigüe, en la provincia de Esmeraldas. Y comprobó cómo esta frase del escritor argentino fue parte de la batalla de hoteleros, pescadores, cocineros, cantantes, ambulantes y protagonistas de esos días.
Te puede interesar: Quito postulada como la Ciudad Más Deseada del Mundo ¿cómo votar por la capital?
Le daban vueltas a la ausencia de clientela: en las playas hubo notable presencia policial permanente, pero el paro indígena asustó a los de la Sierra central e Imbabura. “Si al presidente (Daniel Noboa) le echan piedra”, dijo un joven abogado, que esperaba a sus primos de Ibarra. “Se desanimaron”.

El jueves de noche en Atacames, para los dueños de bares y discotecas, aun era muy temprano. “El viernes el malecón estará a reventar”, dijeron. Pero la gente no llegó. Ni de lejos lo que fue el feriado del 10 de Agosto. Que este fue repentino y la gente no alcanzó a programar el paseo, dijo la joven administradora de un hotel familiar de Atacames.
Llegan menos y gastan poco
“Es cuestión de horas”, se animó el DJ de una discoteca. Pero el dueño de un bar fue más lejos. “Desde hace unos diez años se siente la baja. Sí, llegan visitantes, pero su gasto es menor. Ahora aquí todo es apretadito no más”, explicó.
En horas pico de Año Nuevo, un bailadero top genera cerca de $ 900 por noche. La realidad de estos días fue otra: unas tres parejas de a cervecita por mesa, todo discreto, apagado, así no más. “No solo recibimos chicos. Para ver qué pasa le hicimos más familiar, pero ni así. Todos tienen menos plata. Antes una familia se quedaba tres días, consumiendo afuera las tres comidas. Ahora solo el almuerzo, el resto cocina en casa o va por los sánduches de atún”.
Tampoco hay para el chuchaqui
En el patio de mariscos de Atacames, una de las socias siente la diferencia. “Hace unos años la venta era excelente todos los fines de semana, durante julio, agosto y entrado septiembre. Las familias de Quito gastaban bien. Eso fue cayendo. Nos quedan los feriados de carnaval, difuntos y Año Nuevo; ahí medio salvamos el año”.
Esta madre de cuatro niños trabaja con su pareja. Dijo que estas caídas impactan. “El puesto deja para salir del día, la semana y no más. Para (comprar) la concha, el pescado, el camarón, las bebidas nos endeudamos. Y si no vendemos, no pagamos y tenemos problemas”.

Esas familias operan en conjunto. “Todos ponen su billete y su trabajo: cocina y atención, nosotras mismas. Los jóvenes atienden las sillas y parasoles y tenemos una carretita para recorrer la playa. Hacemos ‘vaca’, pero no siempre salimos: la inversión y alguito más. Los feriados son una oportunidad, pero también una lotería”.
¿Dónde se fue la plata?
El tercer hijo de esta pareja ayuda asando las delicias del mar que su mamá vende como tablitas para picar. Su esposo trabaja en su finca y de allí trae el verde, verduras y fruta. Los pescados y mariscos los compran a los mismos pescadores de Tonchigüe.
A ella también le ronda la certeza de que todo está a la baja. Recuerda la pequeña bonanza de años anteriores. “Yo no me alcanzaba, todos venían por mis empanadas y picadas. Ahora es de vez en cuando, no más. ¿Dónde está esa plata?”.
Del comentario de los entrevistados, dos novedades. Les cuesta aceptar fotos, evitan dar los nombres. Y comentan que hay miedo, que sienten el riesgo de lo que oyen y ven en la ‘tele’ y en las redes.
Al miedo hay que darle vacaciones
El ministro Carolando (Mario Enrique Torres) no arruga ante la dura situación. Todos los días, este legendario joyero tropical recorre las playas cargado de sus piezas en coral, conchitas, piedras; primorosos aretes, pulseras, brazaletes, collares. “Saco la comida, la luz, el agua, el internet. Mis hijos me ayudan”.
El sábado visitó los hoteles de Same, logrando tres buenas ventas, y recibió a un grupo de colombianos, en una cita pactada para la tarde en su taller de Atacames. “No es la primera vez, ni será la última. No bajaré los brazos. ¡Al miedo hay que darle vacaciones!”. Mejor se ríe y se marcha pateando conchas.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!