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Ecuador

La Catedral de Loja y la Virgen de El Cisne: Tradición, arte y fe
El templo de la capital lojana es el hogar temporal de la Churonita tras su romería anual
El fragante aroma de las decenas de ramos de flores dejados frente al altar y la enigmática imagen de la Virgen de El Cisne son parte de la belleza y riqueza artística de la imponente Catedral de Loja, centro de devoción que acoge a miles de creyentes.
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Cada 20 de agosto, la mencionada iglesia de estilo barroco neoclásico, ubicada en la calle Bernardo Valdivieso, entre José Antonio Eguiguren y 10 de Agosto, es el punto culminante de la centenaria y tradicional romería de cada año, en la cual la efigie de la Churonita es trasladada a pie a lo largo de 70 kilómetros, desde su santuario de la parroquia El Cisne.
En esta casa de oración, donde los creyentes hacen peticiones, plegarias y agradecen a la Madre celestial, es posible admirar la belleza en la edificación como el cielo raso repujado, los retablos tallados, las preciosas esculturas, obras pictóricas, así como singulares detalles hechos en pan de oro.
Según la información de la Catedral, al fundarse la ciudad de Loja en 1548, ya existía una iglesia parroquial o matriz, probablemente en el mismo lugar donde se encuentra la actual. En 1862 adquirió el rango de catedral cuando se creó la Diócesis de Loja.
A lo largo del tiempo, la historia de este templo ha estado ligada a la Churonita, como los feligreses llaman a esta representación por sus largos rizos. Y es que la Virgen permanecerá en la Catedral hasta el 1 de noviembre, y durante este tiempo el templo se convierte en centro de festividades.
Desde este 1 de septiembre se iniciaron las Noches del Peregrino en el Parque Central, con presentaciones de bandas populares, danzas folclóricas y quema de castillos.

El histórico cuadro y su leyenda
Además de la efigie peregrina, los creyentes oran ante el histórico cuadro de la Virgen. Esta pintura al óleo, hecha en España en 1917, tiene una leyenda fascinante. Se cuenta que para la elaboración del cuadro, enviaron una estampa de la Virgencita para que le sirviera de guía al artista, pero esta no llegó a sus manos. Sin embargo, cuando recibieron la obra, quedaron maravillados por el sorprendente parecido con la efigie original.
Este cuadro también es visto como un puente espiritual, y los creyentes suelen colocar fotografías con peticiones en su marco.
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