“Mi hermana estaba a punto de dar a luz y no la querían atender porque la maternidad estaba en mantenimiento”, relató Elena Zárate, usuaria del hospital San Francisco del IESS.

Su caso no es aislado. En medio de la falta de medicinas, el cierre temporal de áreas hospitalarias y las largas esperas, los afiliados viven con angustia la posibilidad de que el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) deje de brindar servicios de salud, como propuso recientemente el presidente Daniel Noboa.

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La idea de trasladar la atención médica del IESS al sistema público encendió las alarmas entre los pacientes. María Ambuludi reaccionó con preocupación:

“Sería fatal, porque aquí tenemos especialistas. Ir a los hospitales públicos sería terrible, las colas serían interminables. El Seguro es el Seguro”.

Otra paciente, diagnosticada con cáncer y que prefirió no identificarse, expuso la gravedad del problema. “Estoy mendigando tratamiento. Ya me dijeron que no hay medicina, que no hay yodo. Aquí me tratan como si uno estorbara”.

La crisis del IESS

El IESS atraviesa una de sus peores crisis, reconocida tanto por sus propias autoridades como por organismos de control.

Según la Superintendencia de Bancos y el Consejo Directivo del IESS, la deuda del Estado con la institución supera los USD 10.200 millones. Esa cifra incluye aportes no transferidos y prestaciones médicas impagas.

A ello se suman denuncias de falta de medicinas, renuncias de profesionales y contratos suspendidos con prestadores privados, lo que ha dejado sin atención especializada a miles de pacientes.

El costo político

El abogado y analista Mauricio Alarcón, director de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, advierte que la propuesta podría tener consecuencias políticas serias.

“Es correcto alarmarse. El IESS atraviesa una crisis, pero quitarle su sistema de salud sería un error, porque es una de las pocas razones por las que la gente aún se siente tranquila de pagar la afiliación obligatoria”, explicó.

Alarcón añadió que un anuncio así “podría costar una elección”, sobre todo si el tema se convierte en un eje de debate dentro del proceso hacia una Asamblea Constituyente.

“Hay que prestarle mucha atención al debate que esta declaración va a generar, porque puede tener repercusiones políticas importantes”, afirmó.

Desigualdad estructural

El analista económico Alberto Acosta Burneo también reaccionó en su cuenta de X. “Verdad incómoda: los servicios del IESS no son universales. La mayoría de trabajadores —6 de cada 10 ecuatorianos— nunca tendrá acceso a ese ‘club’ cerrado. Por eso urge fortalecer un servicio de salud verdaderamente universal, financiado por todos y para todos”.

Su reflexión refuerza una idea clave: la crisis del IESS también es un reflejo de la desigualdad en el acceso a la salud en Ecuador.

La preocupación general

“Ya nos cuesta conseguir una cita; imagínese si nos mandan a los hospitales del Ministerio de Salud. Sería el caos”, resumió Ambuludi.

Los pacientes coinciden en algo: el IESS sigue siendo su única esperanza. Su desmantelamiento, advierten, podría marcar un antes y un después en la atención médica pública del país.

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