El camino hacia Vuelta Larga empieza con un aire húmedo y espeso, que anuncia la cercanía del mar y los manglares. A solo dos kilómetros de la cabecera cantonal de Rioverde, provincia de Esmeraldas, el bullicio de la carretera se apaga y la brisa fresca del río se mezcla con aromas de coco, cebolla sofrita y del cangrejo azul que hierve en grandes ollas. Aquí la gastronomía no es solo comida, es un ritual que envuelve todos los sentidos.

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A orilla del río Verde y custodiado por extensos manglares, este balneario recibe cada fin de semana y feriado a cientos de turistas que buscan algo más que un simple paseo, llegan a disfrutar de un delicioso plato. Mientras los niños chapotean en la orilla, los adultos se dejan seducir por la promesa de un encocado humeante.

En el restaurante Los Cangrejos de Jenny, unas bandejas de langostas relucientes, camarones de río y cangrejos azules esperan en la cocina.

Jenny Bautista, su propietaria, recorre el lugar con pasos ágiles y una sonrisa. “Aquí cuidamos cada detalle; el cangrejo lo limpiamos, lo engordamos y lo preparamos para que el turista lo disfrute completo”, explica, mientras el aire se impregna del dulzor de la leche de coco y la fuerza de las especias.

En la carta ofrecen delicias con la abundancia local como la fusión de un encocado con camarón de río, langostino y langosta; en otra preparación combinan la pulpa de cangrejo, langostinos a la plancha y langosta.

Crearon su plato insigne

Puede dejarse seducir por el célebre cevicangre, que reúne en un solo plato cangrejo encocado, ceviche de camarón, arroz, patacones dorados y agua de coco. Cada bocado narra la historia de generaciones que aprendieron a transformar lo que les daba el río y el mar en un símbolo de identidad y orgullo.

Este plato, el cevicangre, que hoy se ha convertido en la insignia gastronómica de Rioverde fue creado hace más de quince años, por la Asociación Delicangre, integrada por 17 familias. “Este plato nació de la necesidad de innovar y ofrecer algo propio, y ahora es nuestra carta de presentación al mundo”, recuerda Debexy Burbano, miembro de la asociación. Gracias a este esfuerzo, Vuelta Larga es ahora un epicentro de turismo comunitario que fusiona sabores, historia y naturaleza.

El paseo no termina en la mesa. Desde el embarcadero, pequeñas lanchas invitan a recorrer el río en calma, observando aves que revolotean entre raíces de manglar. También está la ruta del cacao, donde el visitante puede probar chocolates artesanales y conocer de cerca el proceso de cultivo. Para los más aventureros, hay cabalgatas, paseos en kayak y caminatas que terminan con atardeceres de postal.

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