Luis Ruales, conocido en el mundo digital como Farandulero Luis, es un creador de contenido hiperactivo en redes: no se pierde conferencias de prensa y aprovecha cualquier oportunidad para entrevistar al artista del momento.

Pero mucho antes de los videos virales, transmisiones en vivo y entrevistas callejeras, su vida era distinta: trabajaba como estilista, por necesidad más que por vocación. “La peluquería nunca fue mi pasión, yo trabajaba ahí porque lo necesitaba. A mí lo que me gustaba era grabar, entrevistar, estar en la calle”, contó a EXTRA.

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Todo cambió con la llegada de Covid-19 en 2020. La crisis golpeó de lleno su pequeño negocio. “Yo quebré. La pasé muy mal”, lamentó. Sin clientes y sin ingresos para pagar el alquiler de su casa en el suburbio (donde también funcionaba la peluquería) ni los servicios básicos, tuvo que apoyarse en sus amigos.

No tenía otra fuente de dinero y todavía no monetizaba sus redes sociales. De los alisados y tratamientos de queratina apenas sacaba algo más de 300 dólares al mes. “Comencé a monetizar año y medio después de la pandemia, gracias a Dios. Ese fue mi salvavidas”.

Más que un reportero de tv

Su primer pago de Facebook llegó como un milagro: 350 dólares por uno de sus tantos contenidos de farándula. “No lo olvido nunca. Con eso pagué internet, luz y algo que debía de la casa. Vivía atrasado ocho meses. Y con lo que me quedó compré comida. Ese día lloré”, contó emocionado.

Desde entonces, su esfuerzo comenzó a rendir frutos. Luego llegaron pagos de 500 dólares, después 800 y, hoy, recibe entre 1.500 y 2.000 dólares al mes entre Facebook y YouTube (maneja dos cuentas con distintos contenidos).

Facebook sigue siendo su mayor fuente de ingresos. “Cuando está malo me genera 400 dólares. Pero me mantiene. Gano más que un reportero de televisión”, mencionó.

Ahora le va mucho mejor

Luis aclara que no es “adinerado” como otros influencers, pero sí vive con más tranquilidad. “Puedo decir con honestidad que las redes me cambiaron la vida”, confesó. Con resultados en mano, tomó una decisión radical: abandonar la peluquería definitivamente.

“Ahora vivo ciento por ciento de las redes. Yo no tengo otro trabajo. Monetizo en mis redes. De ahí sale todo: mi comida, mi renta, mis gastos”.

Gracias a eso pudo mudarse, pasó de una casa modesta a una villa más cómoda en una zona céntrica de Guayaquil, donde vive desde hace cuatro años.

El primero en crear contenido de farándula

Sin ser comunicador, Luis asegura que fue uno de los primeros en cubrir eventos de espectáculo usando solo una tablet. Al inicio, muchos lo miraban por encima del hombro por no tener equipos profesionales ni estudios en periodismo. “Yo fui el primero”, dijo orgulloso.

Siempre le gustó la farándula. Uno de sus amigos del medio, a quien recuerda con cariño es a Gino Molinari, el chef de la tv, de quien conserva el traje que usó en la novela Betty la fea y un chaquetón de cocinero.

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