Paulina Tamayo, conocida como 'La Grande del Ecuador', fue una de las voces más poderosas, disciplinadas y queridas del país. Su partida, la mañana de este martes 21 de octubre en su natal Quito,  deja un profundo vacío en la escena artística, pero también un legado inmenso: el de una mujer que hizo de la música nacional su causa de vida y de amor.

Nacida en Quito el 14 de abril de 1965, Paulina de las Mercedes Tamayo creció rodeada de los sonidos de la música tradicional. En entrevistas realizadas por EXTRA, recordaba que su madre, María Luisa Cevallos Paladines, la despertaba y hacía dormir con pasillos de Olimpo Cárdenas y Carlota Jaramillo. Aquello marcaría para siempre su destino.

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A los cinco años, Paulina ganó su primer concurso: el Festival Colombo-Ecuatoriano en Rumichaca, interpretando un pasillo. Poco después, se unió a la compañía del legendario Ernesto Albán, donde permaneció más de una década aprendiendo sobre el arte escénico y la interpretación.

Desde entonces, su voz dulce, firme y emotiva se convirtió en un sello inconfundible del pasillo, el albazo, el pasacalle y otros géneros del pentagrama nacional.

Cinco décadas de carrera y una voz eterna

Con más de 50 años de vida artística, Paulina Tamayo construyó una trayectoria ejemplar. Grabó al menos 15 discos, realizó giras internacionales y ofreció conciertos multitudinarios, como el emblemático espectáculo en el Coliseo General Rumiñahui en 2016, con entradas agotadas, celebrando 45 años de carrera.

Su disciplina y conexión con el público le valieron múltiples reconocimientos: el Premio Artista Taquillera del Año, el Premio Trayectoria del Año y, en 2017, la Presea Matilde Hidalgo de Prócel al Mérito Cultural, otorgada por la Asamblea Nacional.

Durante la pandemia de 2020, fue una de las primeras artistas ecuatorianas en trasladar su música a los escenarios virtuales, manteniendo viva la conexión con su público. En 2023, obtuvo su licenciatura en Artes Musicales y Sonoras, demostrando que el aprendizaje nunca termina, ni siquiera después de medio siglo de carrera.

Más allá del escenario

Paulina no solo fue intérprete; también fue emprendedora. Creó su fragancia “Ser De Luz by Paulina Tamayo” y, posteriormente, abrió la boutique Ser De Luz Store, un espacio que combinaba moda, identidad ecuatoriana y cultura. Con esa visión, mostró que un artista puede trascender la música y construir una marca personal sólida.

En años recientes, también supo conectar con las nuevas generaciones. En 2024, un video suyo en TikTok —mezclando su música con un reto de maquillaje— se volvió viral, acercándola a públicos jóvenes y demostrando su capacidad de reinventarse. Deja dos hijos: Willie, quien era su mano derecha y parte de su equipo de trabajo, y Paola, quien al igual que su hermano, cantaron varias veces junto a su mamá.

El legado que deja

El legado de Paulina Tamayo se escribe con letras de oro en la historia del Ecuador. Su voz fue un puente entre generaciones, su repertorio un himno a la identidad nacional, y su vida un ejemplo de esfuerzo, humildad y constancia.

Su interpretación de temas como “La Canción de los Andes” o “Amor Dolor” no solo emocionó a miles, sino que llevó la música ecuatoriana a escenarios de América y Europa. “Mi Grammy es el cariño de la gente”, solía decir, reflejando su sencillez y gratitud.

Una grande que se queda para siempre

Aunque su partida entristece a todo un país, Paulina Tamayo no se va del todo: queda en sus canciones, en las voces que inspiró, en los escenarios donde fue ovacionada y en el corazón del público que la acompañó durante más de cinco décadas.

Su historia es un testimonio de que la música nacional no muere cuando se canta con alma, y de que los verdaderos artistas —como ella— trascienden el tiempo.

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