Aunque la motivación del ataque aún no ha sido establecida por la Fiscalía y la Policía, los elementos recopilados por agentes investigadores permiten delinear las primeras hipótesis sobre el trasfondo del doble asesinato registrado este sábado 22 de noviembre en la avenida Francisco de Orellana, en el norte de Guayaquil.

"La modalidad del ataque, los indicios hallados y los movimientos posteriores de los presuntos implicados apuntan a que no se trató de un hecho fortuito, sino de una acción dirigida y planificada", indicó una fuente policial.

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Las víctimas fueron ejecutadas dentro de su vehículo con múltiples heridas de bala en la cabeza, lo que revela un disparo certero y orientado a asegurar la muerte. "Esta forma de ejecución coincide con patrones de ataques por encargo o represalias directas. Al no registrarse robo de pertenencias ni señales de asalto, la hipótesis de delincuencia común queda, por ahora, descartada", indicó el investigador.

Procesos judiciales 

Uno de los fallecidos, Julio César Mejía Coronel, registra antecedentes judiciales que incluyen concursos de acreedores, hurto y un proceso por violación a la intimidad. Este historial abre líneas investigativas que podrían estar relacionadas con conflictos económicos no resueltos, disputas personales o tensiones derivadas de procesos legales previos.

Aunque la Policía no establece aún una relación directa, estos antecedentes lo ubican en escenarios susceptibles de desencadenar represalias. La mujer fallecida fue identificada como Narcisa de Jesús Molina Pino.

Otro elemento que llamó la atención de los agentes fue la participación de dos sospechosos: un joven de 24 años que quedó aprehendido y un adolescente de 17 que fue aislado. Para los investigadores, esta combinación refuerza la hipótesis de la posible cooptación de menores para tareas de vigilancia o apoyo en delitos por encargo "una práctica recurrente en células criminales que operan en zonas".

Cambiaron de motocicleta 

Los registros muestran que los atacantes utilizaron una motocicleta negra para perpetrar el crimen y la ocultaron minutos después en una vivienda del distrito Esteros, en el sur de Guayaquil. Desde allí, abandonaron el lugar a bordo de una segunda motocicleta roja.

"Este cambio de vehículos y la existencia de un punto seguro para esconder la moto revelan una planificación previa y un intento por evitar el rastreo policial", agregó el servidor policial.

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Durante los allanamientos posteriores, los agentes levantaron muestras de hisopado de las manijas de la motocicleta negra, así como la segunda motocicleta roja empleada en la huida. Además, los videos revisados mostraron una ruta clara de desplazamiento, lo que refuerza la hipótesis de un ataque premeditado, con una estructura mínima brindando apoyo logístico, aunque no necesariamente vinculada a un grupo criminal organizado.

"De forma preliminar, el doble crimen presenta características de una ejecución dirigida. Entre las líneas investigativas que permanecen abiertas constan posibles represalias, disputas económicas o amenazas previas no denunciadas", concluyó el investigador.

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