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No es solo morbo: el ‘sexting’ también puede salvar tu relación en monotonía
‘Cuerpear’ de forma virtual activa el sistema de recompensa del cerebro, generando placer inmediato, explican dos sexólogos
El ‘sexting’ llegó con los celulares con cámara y se instaló como una forma picante, creativa y, por qué no, arriesgada de mantener el deseo encendido. No es exclusivo de adolescentes alborotados ni de relaciones a distancia. Hoy es parte de la cotidianidad amorosa de muchas parejas.
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Sin embargo, más allá del cliché de que “puede ser peligroso” o que “hay que tener cuidado con lo que se manda”, hay toda una psicología detrás de este ‘cuerpeo’ virtual que lo convierte en mucho más que un simple intercambio de fotos subidas de tono.
La adrenalina del sexting

Según la sexóloga Johanna Aguilar, el ‘sexting’ bien llevado puede ser un salvavidas emocional y erótico para muchas parejas, especialmente en relaciones que atraviesan la ‘bendita’ monotonía. Pero advierte la importancia de proteger la privacidad: evitar mostrar tatuajes, cicatrices, el rostro o cualquier rasgo que identifique a la persona.
“Si de alguna forma se filtra este material, no necesariamente se podrá identificar a la persona”, explica.
Aun así, la especialista destaca un fenómeno curioso: la atracción inconsciente hacia el peligro. Para algunos, la posibilidad de que sus imágenes puedan ser vistas por otros añade un componente de morbo. “Es el deseo de ser descubierto, observado, mirado... incluso puede convertirse en una parafilia”, señala.
Esta mezcla de riesgo y deseo activa reacciones intensas en el cerebro, lo que explica por qué, para algunos, un chat ‘picante’ puede resultar más excitante que el propio sexo físico. Pero, aclara, “para que funcione, debe surgir de manera espontánea, no como una tarea más en la lista de pendientes”.
Además, propone una especie de ‘aftercare’ (post-sexo) emocional para cerrar bien el juego. “Después de un intercambio intenso, es importante revisar cómo se sintió cada quien, si se sintió cómodo, si lo repetiría. Que no se vuelva algo obligado o una carga”, dice Aguilar. Y no menos importante, establecer acuerdos: ¿Qué se hace con las fotos o videos? ¿Se borran? ¿Se guardan? ¿Se comparten?

Poder secreto en el sexting

El sexólogo Diego Guaranda, por su parte, explica lo que pasa dentro del cerebro: cuando alguien recibe o envía contenido erótico, se activa el “sistema de recompensa”. Dopamina al tope. Placer inmediato.
Pero no solo eso: también puede ser una forma de escapar de la ansiedad o el aburrimiento, o una vía para reafirmar el ego. Eso sin contar que, por mensaje, muchas veces uno se anima a ser más seductor, lo que puede encender aún más el deseo en la pareja.
Guaranda también aborda las diferencias de género en cómo se vive el ‘sexting’, marcadas por roles culturales. Para los hombres, conseguir contenido erótico suele ser un trofeo social, algo que los valida entre sus ‘panas’. Para las mujeres, en cambio, puede haber un estigma: se las juzga como “fáciles” o se infravalora su decisión de participar.
Guaranda, al igual que Aguilar, insiste en que, para disfrutar de esta intimidad a distancia de forma segura, lo ideal es hacerlo con una pareja estable, donde exista un vínculo emocional fuerte y, sobre todo, confianza en la madurez del otro.
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