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Vergüenza, tabúes y sex shops clandestinos: La intimidad oculta de Cuenca
Una coach sexual expone cómo las tradiciones y el machismo influyen en la vida íntima de Cuenca, donde deseos como los tríos son escondidos
“En Cuenca parece que hay una iglesia en cada cuadra”, comenta entre risas Marianela Morales, coach en sexualidad. Luego añade con seriedad: “Y eso influye muchísimo en la forma en que vivimos la intimidad”.
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Catolicismo arraigado, tabúes heredados y un fuerte “qué dirán” todavía moldean muchas conductas entre sábanas de los cuencanos. Pero, como bien lo dice Morales, “una cosa es lo que se ve y otra lo que se esconde”.
En sus consultas, la mayoría de personas llegan con curiosidad por experimentar cosas nuevas, pero cargan con vergüenza o culpa por tan solo pensarlo. “Te crían con muchos no: no toques, no hagas, no pienses. Especialmente a nosotras las mujeres”, dice la experta.
Juguetes íntimo ocultos
Hasta hace pocos años, según cuenta, comprar un juguete sexual en Cuenca era un acto casi clandestino. “Recuerdo que había una tienda donde vendían peluches y tarjetas en la parte de adelante y, atrás, escondidos, los juguetes sexuales”, cuenta. Hoy en día, hay más lugares dedicados al tema, pero la vergüenza no desaparece del todo.
“La gente da mil vueltas antes de entrar, algunos hasta se tapan la cara”, comenta. Muchos prefieren comprar online, donde pueden ver catálogos desde el celular y recibir el paquete en una moto, sin contacto ni juicio.

¿En Cuenca son más recatados que los de la costa?
Cuando se le pregunta a Marianela si los cuencanos son más reservados que los costeños, no lo duda: “Sí, en la costa son más abiertos. Aquí hay mucho machismo y se sigue viviendo con miedo al qué dirán”. Sin embargo, eso no significa que haya menos deseo o menos fantasías. Lo que ocurre es que muchas personas lo viven en silencio, o buscan opciones discretas para expresarse.
“Recibo muchos mensajes de hombres que creen que ser sex coach es otra cosa, pero una vez que entienden, se sueltan y empiezan a contar sus fantasías, que muchas veces no se atreven a compartir ni con su pareja”, dice.
Entre esas fantasías están hombres que quieren usar ropa interior femenina hasta tener encuentros con personas transexuales. “Me han contado que hace años iban a Puerto Bolívar, en Machala, solo para eso. Aquí no se puede, porque piensan: '¿qué van a decir?'”, revela.
Si hay algo que sorprende a los foráneos es el mundo swinger en Cuenca. Según Morales, la ciudad se ha vuelto punto de encuentro para fiestas organizadas a través de redes como X (antes Twitter). Allí, parejas y personas solteras —incluso algunas identificadas como “unicornios”— se conectan, publican fotos, comparten experiencias y acuerdan encuentros.
Una de sus parejas consultantes ha participado en estas dinámicas, pero no todo ha sido como en las películas. “Me dicen que muchas veces la realidad no cumple con las expectativas. Ven porno y piensan que así será todo, pero se topan con otra cosa”.
Aunque el cliché del trío (dos mujeres, un hombre) sigue en la cabeza de muchos, Marianela ha notado otra tendencia fuerte: hombres que fantasean con ver a sus parejas con otro hombre. “Eso se está repitiendo mucho. A algunos les excita compartir, otros quieren mirar, participar, o que alguien más esté presente. Es más común de lo que uno pensaría”.
Y aunque el camino hacia una sexualidad más libre aún es largo en Cuenca, hay señales de cambio. “Hoy se habla más, se consulta más, se busca información”, asegura Marianela.
Del micrófono a la intimidad: el giro profesional de Marianela Morales
Durante más de una década, Marianela Morales fue una voz reconocida en la radio cuencana. “Estuve como 12 años trabajando en eso”, recuerda. Pero el panorama para los medios tradicionales empezó a deteriorarse incluso antes de la pandemia.
“Salí de la radio porque ya no tenían cómo pagar. Luego vino la pandemia y fue peor. Volví hace poco, pero ya no hay sueldo fijo; uno tiene que vender publicidad”, explica. Y aunque aún disfruta estar frente al micrófono, admite que “ya no es lo mismo”.
Esa crisis profesional fue también una oportunidad. Poco antes del confinamiento, Marianela decidió estudiar Psicología con la idea inicial de especializarse en niños. Pero en el camino descubrió otra vocación. “Aquí no aparecían sexólogas todavía. Me dio curiosidad, empecé a averiguar, a estudiar... y me encantó”.
A los 42 años dio un giro radical a su vida y comenzó su formación como coach en sexualidad. Hoy, a los 46, combina sus conocimientos de comunicación con su nueva profesión.
En redes sociales (Instagram: @sexcoachmarianelamoralesa), Marianela va poco a poco. Publica videos breves que despiertan curiosidad, generan preguntas y terminan en consultas privadas.
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