Cuando María Corina Machado apareció finalmente en el balcón del Grand Hotel de Oslo, Noruega, la madrugada del jueves, la emoción se mezcló con el alivio para familiares, aliados políticos y decenas de venezolanos que aguardaban desde hacía horas.

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Para muchos, su llegada fue el cierre inesperado de una historia que hasta entonces solo se había contado en susurros. La líder opositora había logrado salir de Venezuela tras un operativo lleno de riesgos, diseñado para sortear la vigilancia del régimen de Nicolás Maduro.

“Bueno, en persona, les contaré lo que tuvimos que pasar, y tanta gente que arriesgó su vida para que yo pudiera llegar a Oslo. Y les estoy muy agradecida y esto es una muestra de lo que significa este reconocimiento para el pueblo venezolano”, dijo luego en una conversación telefónica con Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel.

La víspera del Nobel estuvo marcada por el misterio: Machado llevaba meses sin aparecer en público —su última imagen data de enero—, lo que alimentó teorías sobre su paradero. Su equipo optó por un silencio absoluto. No revelarían nada hasta que ella estuviera fuera del país. Funcionarios estadounidenses confirmaron más tarde que la operación se planificó con extremo cuidado para impedir cualquier filtración que comprometiera su seguridad.

Mientras tanto, en Oslo, era su hija, Ana Corina Sosa Machado, quien subía al escenario del Nobel para recibir el galardón en su nombre, luego de que los retrasos del viaje impidieran su llegada a la ceremonia. 

Allí se leyó el discurso enviado por la líder opositora, un texto que situó la lucha venezolana en una dimensión histórica: “Venezuela nació de la audacia, moldeada por una fusión de pueblos y culturas. De España heredamos una lengua, una fe y una cultura que se hermanaron con nuestras raíces ancestrales indígenas y africanas”, escribió, destacando también la relevancia de la constitución republicana de 1811 y la consagración de los derechos individuales.

La ruta clandestina: pelucas, controles militares y mar picado

El operativo que permitió a Machado llegar a Noruega comenzó días antes. Según el Wall Street Journal, el plan arrancó el lunes por la tarde con un detalle casi cinematográfico: una peluca y un disfraz. Así emprendió su salida desde un suburbio de Caracas donde había permanecido escondida un año. Su primer objetivo era alcanzar un pueblo pesquero en la costa, donde la esperaba una lancha.

Ese trayecto inicial tomó unas diez horas y estuvo marcado por el peligro constante. Machado y los dos colaboradores que la acompañaban pasaron por diez puestos de control militares sin ser detectados. Solo pasada la medianoche lograron alcanzar la costa. 

A partir de allí comenzó el cruce marítimo hacia Curazao, en una embarcación de madera que enfrentó un mar agitado y vientos fuertes. “Coordinamos que ella iba a salir por una zona específica para que no volaran la embarcación”, relató una persona vinculada al operativo.

Mientras la lancha avanzaba, dos F18 de la Armada de EE. UU. sobrevolaban el Golfo de Venezuela. Permanecieron al menos 40 minutos trazando círculos cercanos a la ruta marítima utilizada para la fuga, una maniobra que coincidió casi exactamente con el paso de Machado hacia Curazao.

Desde la isla abordó un avión privado Legacy 600, operado por JetVip Business Aviation y con matrícula mexicana. La aeronave había despegado desde Miami Opa Locka hacia Willemstad para recogerla y partió el miércoles a las 6:42 de la mañana rumbo a Bangor, Maine, donde realizó una escala técnica de unas cinco horas. La última etapa, un vuelo de más de seis horas, culminó en el aeropuerto de Oslo Gardermoen, después de recorrer casi 9.000 kilómetros.

Un Nobel 2025 que denuncia y exige

Si la huida de Machado puso de relieve las presiones que enfrentan los líderes opositores, la ceremonia del Nobel hizo explícita la dimensión internacional del conflicto venezolano. Durante el acto, Frydnes advirtió que “los regímenes autoritarios aprenden unos de otros. Comparten tecnologías y sistemas de propaganda”, y señaló a Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbollah como soportes claves del aparato de control de Maduro.

El Comité del Nobel expuso además un extenso registro de violaciones a los derechos humanos: tortura sistemática, represión y la detención de más de 200 menores tras las elecciones de 2024. 

En un mensaje directo, Frydnes instó al mandatario venezolano a aceptar los resultados electorales y facilitar una transición democrática, una exhortación respaldada por los reyes de Noruega y presidentes de Argentina, Panamá y Paraguay presentes en la sala.

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