El agua que se nos desborda

“Agua que nos has de beber, déjala correr” reza una vieja expresión popular cuya moraleja advierte que ante asuntos que no podemos resolver ni hacer uso de ellos es mejor dejarlos pasar. Unos semejantes más chistosos aplican a la frase, con el mismo sentido moralizador, al uso del W.C. donde depositamos nuestros residuos que son procesados en el estómago, y que dice “agua que no has de beber...tira la cadena”.

Y bueno, hablando, del líquido vital, cuya fórmula química H20, tan conocida porque se trata de algo que se puede calificar como de “vox populi”, que según el filósofo Tales de Mileto fue el punto de partida del mundo, tiene sus pros y sus contras.

Así como el fuego sirve para alumbrarnos y preparar nuestro alimentos, y para tostarnos en una pira o un incendio, el agua sirve para calmar nuestra sed o para asearnos diariamente, puede ser también un elemento destructor. Que lo digan los tsunamis que acaban con poblaciones enteras o los desbordamientos de presas y ríos que destruyen regiones.

El mito, tan religioso como criollo, suele graficar a San Pedro (o San Perico, para entrar en confianza) como la persona que maneja las llaves del cielo para organizar los aguaceros. Aunque científicamente sabemos que a nuestro suelo llegan las aguas gracias a la cálida corriente de El Niño. Y que ahora está causando grandes catástrofes en nuestro país, sobre todo en la costa, con pérdidas de sembríos y hasta de vidas humanas.

Así que no podemos “dejarla correr” mientras vemos a miles de compatriotas en la desesperación. (FCV)