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Opinión

Columnas: La década perdida no debe volver

Tal parece que confundieron revolución por “robolución”, progresismo por progreso personal, transparencia por descarada corrupción (...).

Al personaje principal de este nefasto espacio y tiempo perdido lo impugno como un mentiroso, farsante, doble personalidad, que nos engañó a todos, al extremo de que no existe familia alguna en nuestra patria que no haya sido afectada por la década perdida. Tal parece que confundieron revolución por “robolución”, progresismo por progreso personal, transparencia por descarada corrupción (...).

Se utilizaron todos los poderes del Estado, de manera especial el Judicial, cuando el Ejecutivo instalaba un juicio en contra de dignas personas que denunciaban los actos de corrupción lamentablemente siempre las ganaba el oficialismo, pero las querellas en el exterior casi siempre las perdían y además recibían glosas o multas multimillonarias, que al final quienes realmente las pagaban era el pueblo ecuatoriano.

La pérdida de nuestros derechos se expresaba fundamentalmente en las limitaciones de la democracia, atentando contra la libertad de prensa, de pensamiento y de opinión, utilizando como instrumento malévolo la represión en todas sus formas.

Astutamente por diversas causas el gobierno anterior declaró en estado de emergencia diversos sectores de la patria. En dichos casos los gobernantes no estaban obligados a realizar concurso de licitaciones, y aparecieron los nuevos ricos. La corrupción se da cuando surge el sobreprecio de las obras. He aquí las pruebas que pretenden pasar desapercibidas. Lo más negativo en la economía es que estamos endeudados de por vida con la República China, además, la deuda pública es aproximadamente de 39.883 millones de dólares, es decir más de siete veces lo que ocurrió en el feriado bancario del año 1999.