Opinión
Columnas: Merecido homenaje a la mujer trabajadora
En 1917 la ONU proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer trabajadora, esa que se sacrifica y lucha en el día a día para defender sus derechos en igualdad con sus parejas, libre de ofensas y discriminación.
El hombre y la mujer son como la lluvia y la semilla, el uno solo riega pero la otra tiene el poder de la creación. En 1917 la ONU proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer trabajadora, esa que se sacrifica y lucha en el día a día para defender sus derechos en igualdad con sus parejas, libre de ofensas y discriminación.
Lo leí en una manifestación en Buenos Aires que: “si los platos limpios son de ambos, que los sucios también lo sean”, fue realmente impactante y aleccionador. Personalmente creo que la mujer es lo mejor que creó Dios sobre la faz de la Tierra. ¿Quién más que ellas para despertar al poeta, al pintor, al escultor? ¿Y además para despertar los sentimientos más nobles del padre, del hijo, del esposo? ¿Qué no daría un hombre por sentir las caricias de la mujer amada? Y su inteligencia? Dicen que ella se adelantó al hombre en busca de su libertad al morder el fruto prohibido, ¿Qué es lo prohibido que no sea la libertad, la justicia, la igualdad de derechos?
En una sociedad desigual e injusta todavía hay que luchar por el respeto. Nadie que no sea un cobarde puede agredir a una mujer, siempre bella, frágil. La mayoría son como las rosas que aún conservan su candor pese a haberse marchitado.
Me inclino reverente a esa mujer luchadora, rebelde, trabajadora, que defiende su familia, sus hijos, sus derechos.
¿Quién somete al hombre y se gana su corazón con sus comportamientos, sus caricias y sus besos? Quien sino la mujer que es la que lo persuade de lo bello que es el amor. Me inclino reverente ante la mujer y me extasío ante su belleza física, mental y espiritual.