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Opinión
Desde la redacción: Cuidado con la ley de la selva
La prepotencia se ha convertido en una especie de cáncer que carcome la convivencia social en todos sus estratos.
La prepotencia se ha convertido en una especie de cáncer que carcome la convivencia social en todos sus estratos. Los últimos acontecimientos registrados en la Función Judicial demuestran que los procesos de selección de quienes administran justicia no son los adecuados. Es decir que no bastan las pruebas psicológicas para garantizar el equilibrio emocional de quienes están llamados a resolver conflictos. No se trata de hacer leña del árbol caído, porque todos los seres humanos tenemos un muerto escondido en el armario, sino de reflexionar sobre la necesidad de tener funcionarios calificados y dignos de respeto, pero esto no se logra a patadas o a punta de insultos, como el más gallito del barrio, sino con sabiduría y humanidad para tratar a las personas. Es inaudito que un juez desafíe de una manera grotesca a la propia policía, que lo lleva ante la justicia para que responda por sus actos, sin que le importara un bledo que lo grabaran mientras mandaba a todos al palo mayor del barco en su calidad de magistrado. Hemos instaurado en el país la ley de la selva para conseguir nuestros fines, bajo la consigna de que quien más grita y ofende es el que se lleva la batuta. ¿Cómo pudo llegar a ese puesto una persona que demuestra desprecio por la ley y se pasa por el forro todas las normas mínimas de respeto por la dignidad humana? Los cortesanos no solo deben ser, sino también parecer, porque de sus decisiones depende el destino de cualquier ciudadano. Es hora de tomar las riendas del país para evitar que gente con ese tipo de conductas ocupen cargos de responsabilidad, porque si seguimos así, más temprano que tarde estaremos arreglando los problemas a golpes en la calle.