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Opinión
Desde la Redacción: Los improvisados
La postulación a una dignidad de elección popular es un asunto serio que no debe tomarse a la ligera.
La postulación a una dignidad de elección popular es un asunto serio que no debe tomarse a la ligera. El hecho de que la democracia contemple la participación directa del ciudadano común en todos los aspectos de la vida nacional tampoco es una señal para aventurarse a una improvisada carrera política. La existencia de más de 80 mil candidatos en las últimas elecciones significó un gasto al Estado de 36 millones de dólares, dinero suyo y mío que bien pudo utilizarse en cuestiones más urgentes para el país. Muchos de ellos no lograron ni un dos por ciento de los votos, pero sí recibieron dinero ‘a vaca’ y ganaron notoriedad a costa de nosotros, los ciudadanos, a sabiendas de que no tenían la menor posibilidad de ganar. Por eso es positiva la propuesta de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) para incluir en la reformas al Código de la Democracia la devolución de esos fondos a quienes no logren un porcentaje mínimo de sufragios. Esto les permitirá pensar dos veces antes de meterse en una pelea sin las armas necesarias para hacer un papel decente ante los electores. Pero también es un deber de las organizaciones políticas formar nuevos cuadros con el fin de evitar negligencias. Ellos deben foguearse más ante la sociedad para lograr representación en base a sus ideas y propuestas, más no en el anonimato. El ciudadano no merece volver nunca más a las urnas a ciegas, recibiendo papeletas con las imágenes de ilustres desconocidos sin ninguna injerencia en el panorama electoral. Quien quiera celeste, que le cueste.