Más que sorprendida se encuentra la ciudadanía ecuatoriana por las graves denuncias de parte de los miembros del Consejo de la Judicatura de que numerosos jueces de todo el país actuaron, durante los 10 años que le tocó transcurrir al régimen anterior, con absoluta lenidad y tolerancia frente a muy graves delitos que no fueron debidamente sancionados, tal vez como producto de una corrupta complicidad.

Se ha ordenado llevar a cabo las investigaciones pertinentes para revelar los nombres de los responsables y, por supuesto, aplicarles el castigo que por ley merecen.

Aun más llama la atención que haya sido solamente gracias a la delación de uno de los lugartenientes del Chapo Guzmán, juzgado ahora en cortes norteamericanas, que nos hallamos enterado de los nombres y gran cantidad de dólares enviados como recompensa por la ayuda prestada al narcotráfico, no solo por civiles, sino sobre todo por militares del Ecuador que durante años han actuado en directa complicidad con los carteles aztecas.

Se da el caso específico de un capitán del Ejército, de apellido Torres, que sin embargo de haber sido descubierto en dos oportunidades enviando la droga al extranjero, incluso usando transporte militar, goce ahora de libertad.