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Diario Extra Ecuador

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Si el Gobierno empieza a confundir las voces críticas con las enemigas perderá su capacidad de enmienda y de aceptar las evaluaciones externas. Esa ceguera lo guiará. Y en el camino abrirá una senda hacia la peligrosa deriva de los postulados populistas que acosan a la prensa para no tener un contrapoder.

Los medios de comunicación responsables -que no son todos, pero tampoco son pocos en Ecuador- no son el enemigo ni la amenaza y no tienen que dulcificar la realidad. El rol de incomodidad no es intrínseco al periodismo por mera afición, sino que tiene una utilidad democrática de confrontar la versión oficial, esa verdad contada por el poder que destaca lo que conviene y minimiza lo que preocupa.

A Ecuador le da temor la inseguridad. Le da miedo el sicariato, pero también el ladrón envalentonado que ya mata por una simple billetera. Y al Gobierno debería preocuparle más encontrar la fórmula para combatir y apaciguar la vida de los ciudadanos que hallar a los aliados que repliquen sus mensajes.

Distorsionar la realidad podrá ser una estrategia, pero hablar de “guerra” al referirse a la información periodística es repetir estrategias autoritarias de las que el país ya está cansado.

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