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Opinión

Editorial: Robo disfrazado de reciclaje

Se ha convertido en parte del paisaje de Guayaquil la presencia de personas que viven de los desechos de otros ciudadanos. Estos recolectores son conocidos como chamberos. Empujados por la crisis económica, el desempleo o el consumo de drogas, ellos han optado por esta labor. En los últimos años se han multiplicado en las calles. Ahora están en todas partes.

La mayoría busca entre la basura algún plástico, madera o trozo de metal que pueda ser transformado en dinero. Las chatarreras tienen sus tarifas atractivas para los chamberos que usan esta opción como sustento. Lastimosamente existen algunos que realizan actos delictivos como el hurto de bienes privados tales como antenas satelitales, cables de cobre, medidores de agua, tapas de alcantarillas, rejillas de desagües, entre otras cosas, para llevarlas a estos centros de acopio a cambio de unas monedas. También hay otros recicladores que hacen mal uso de los desechos y fundas de basura, dejando un ambiente de suciedad, desorden y mal aspecto en los diferentes barrios que sí cumplen con los horarios y manipulación correcta de los desechos.

Lo más recomendable sería que alguna entidad regule estas actividades, no solo con el pago justo de los desechos, sino para llevar un control y registro de las transacciones entre estas personas y los centros de reciclaje y así conocer el origen de los bienes.

Aquí hay arduo trabajo para la Policía Nacional y los agentes metropolitanos, deben estar ‘moscas’ para que los chamberos no se apropien de lo ajeno y acabar con los centros de acopio clandestinos.