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Opinión

Editorial: Paradoja y confusión

Desde hace algún tiempo, cuando varios países adoptaron el sistema, hay quienes sostienen que el socialismo es la verdad, la belleza y el bien; y lo que no es socialista es la perversión, la ilegitimidad y la maldad.

Desde hace algún tiempo, cuando varios países adoptaron el sistema, hay quienes sostienen que el socialismo es la verdad, la belleza y el bien; y lo que no es socialista es la perversión, la ilegitimidad y la maldad. Y, para dar asentamiento a la falsedad, se llama derecha a todo lo que no es socialismo. Y entonces, basta que se califique a alguien como derechista para que caigan sobre él las más perversas falacias.

El socialismo, como todos los sistemas derivados del pensamiento humano, tiene fallas notables; y en el ejercicio del poder comete a veces verdaderos errores y vulnera, con la fuerza, la libertad de las personas. El sistema, lejos de ser la encarnación del bien, constituye una postura que ciega la mitad del ser humano, es decir aquella porción que representa su parte superior, aquella que es el centro de una de sus más importantes e irrenunciables calidades naturales, esto es su derecho a la libertad y la justicia.

Entonces, es falso que la sola calidad de socialista confiera una condición superior. Tampoco es cierto que el hecho de responder a una condición que lo ubica en la derecha sea suficiente para calificarla como un enemigo de la justicia y la libertad.