El escenario es un cruce de avenidas en varios sentidos, incluidos pasos a desnivel, lo que da la pauta de que el tráfico es congestionado y peor en las llamadas horas pico.

Un bus urbano se apresta a virar para dirigirse al norte. El chofer lo hace con cuidado...De pronto, una joven que lleva de la mano a dos pequeños, cruza, el chofer advierte, pero uno de los niños deja caer algo, quizás un juguete o lo que fuese. El conductor frena, y hace señas a la mujer para que recoja lo que uno de los pequeños dejó caer. Todo ocurre en segundos valiosos que evitaron algo mayor, si es que el conductor no se detenía.

En lo personal levanté mi pulgar, dando a entender que aplaudía su acción. Otros deben haber hecho lo mismo.

Esto lo menciono porque, de esa manera, como lo hizo el chofer al que me refiero, deben actuar todos los que manejan vehículos de cualquier tamaño. No es cuestión de que porque atrás viene alguien que pita como loco debemos recurrir a maniobras que terminan en tragedias.

Hace falta la educación vial para toda clase de conductores, pero castigando a conductores imprudentes.

El mal parece que no solo ocurre en nuestro medio, sino en otros países por falta de precaución, descuido o cansancio, amén del “trago”, especialmente los fines de semana.

Ojalá las entidades reguladoras del tránsito logren la cooperación general para disciplinar a peatones y conductores.