Creo que para entender el momento electoral en el que nos encontramos deberíamos partir que, desde que somos República con representatividad electoral, hemos sido racistas y excluyentes. Basta ver las fotos y los apellidos de los que nos han representado históricamente para la cosa pública. Mayoritariamente hemos elegido a ‘blanquitos’ y/o ‘ricos’, parecería que hemos legitimado esa figura que justifica no solo sus aspiraciones, sino también su ‘derecho’ a gobernar al resto de ecuatorianos.

Por norma constitucional somos una nación pluricultural y multiétnica, pero sin importar aquello, se nos ha hecho normal pensar que un negro, montuvio o indígena no está en la capacidad intelectual ni moral de gobernar a estos seres considerados en la práctica ‘superiores’. Ahí es donde aparecen los candidatos ‘farándula’ de la TV, porque ella ya se encargó previamente de fabricarlos y hasta segregarlos del resto de los ‘muertos de hambre’ que no pueden ni deben gobernar.

Aunque nadie les puede negar el hecho de legislar para el pueblo, pero las siliconas y los esteroides no compensan las neuronas y la preparación académica necesarias para discutir y crear leyes y normativas que regularán a todos, ahí sí por igual, convirtiéndose en verdaderas estafas sociales, las que deberán pagar los mismos que los eligieron. Ya lo admitió el cantante-asambleísta Gerardo Morán: “No me siento pleno en el Pleno de la Asamblea”.