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Opinión

Editorial: ¡Advertencia que no puede ignorarse!

En ciudades como Guayaquil, situadas en zonas de alto riesgo, no puede haber margen para la improvisación

La seguridad de la ciudadanía no debería depender de la suerte ni del clima. Sin embargo, los recientes colapsos del puente colgante de Daule y de una estructura en Puerto Santa Ana, en Guayaquil, revelan una preocupante negligencia: el mantenimiento oportuno y el cumplimiento de normas técnicas siguen siendo asuntos relegados.

No es suficiente construir; hay que conservar. Toda obra pública o privada, todo componente del equipamiento urbano, debe estar sujeto a una evaluación rigurosa y periódica. Las autoridades tienen la responsabilidad de asegurar que cada estructura cumpla con los estándares de construcción y que su estado actual sea óptimo. Es inadmisible esperar a que ocurra una tragedia para actuar.

El terremoto de 2016 puso sobre la mesa la urgencia de edificar con criterios sismorresistentes. Hoy, tras un nuevo sismo en Esmeraldas, resurgen las dudas: ¿se está cumpliendo realmente con estas exigencias? ¿O solo se implementan sobre el papel? En ciudades como Guayaquil, situadas en zonas de alto riesgo, no puede haber margen para la improvisación.

El caso de los puentes es también alarmante. Muchos llevan décadas en pie y, sin un mantenimiento preventivo adecuado, se convierten en potenciales trampas.

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