Desde hace un mes, aproximadamente, Guayaquil ha venido soportando un fuerte calor desde tempranas horas de la mañana, que se convierte en un infierno en las tardes y que sigue igual en las noches. Si bien en algunos trabajos, en especial oficinas, y casas se puede acudir a la ayuda del aire acondicionado o ventiladores, para todos no es igual.
Quienes deben salir a las calles sufren ese golpe de calor que ha causado hasta desmayos en algunas personas, en especial quienes sufren de presión arterial. La gente quisiera correr y resguardarse bajo la sombra de árboles que permitan cierta frescura, pero eso es imposible en Guayaquil, una ciudad donde el cemento, unos troncos mutilados por la cochinilla y unas maltrechas palmeras constituye toda el área verde de la ciudad. ¡Qué pena por eso!