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Opinión
Editorial: Cuenca y su lección de progreso
Como toda ciudad en vías de desarrollo, Cuenca enfrenta desafíos que se han convertido en materias pendientes para la actual administración
Cuenca es, indiscutiblemente, un ejemplo de autonomía. En los últimos años, ha continuado trazando la ruta de su progreso y desarrollo urbanístico, laboral, en seguridad, en movilidad inteligente y sostenible. Hoy, con motivo de sus 205 años de independencia, celebramos a la Atenas del Ecuador, una ciudad amigable para todos, destacada también por la valentía y la autosuficiencia de su gente, capaz de superarse incluso frente al abandono e indiferencia del Estado.
El cariño que los ecuatorianos sienten por la capital azuaya se sustenta en su alta calidad de vida, la calidez y simpatía de su gente, sus avances en movilidad, el amor a su cultura y tradiciones, y la belleza arquitectónica que permanece intacta en su centro histórico. Además, Cuenca es reconocida por su fe religiosa y por ser cuna de deportistas que han llenado de gloria al país.
Como toda ciudad en vías de desarrollo, Cuenca enfrenta desafíos que se han convertido en materias pendientes para la actual administración, como mejorar la oferta de viviendas y ampliar los servicios básicos, entre otros. Sin embargo, la historia de esta ciudad demuestra que sus habitantes tienen la capacidad de transformar los retos en oportunidades, consolidando un futuro de progreso y bienestar para todos.