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Opinión

Editorial: Un acto de dignidad y humanidad

En cada vela encendida y en cada oración hay un lazo que une a los vivos con quienes partieron

En este nuevo largo feriado no hay excusas para no descansar, pero también es una oportunidad para quienes viven del turismo, sobre todo en la serranía, de recuperarse tras un mes complicado por los bloqueos derivados del paro nacional.

Más allá del descanso y las actividades recreativas, estos cuatro días también abren espacio para la reflexión, ya sea personal o familiar, sobre quienes ya no están entre nosotros. Es el tiempo de volver la mirada hacia nuestros difuntos, de encender una vela, visitar el camposanto o simplemente recordar con gratitud a quienes formaron parte de nuestras vidas.

El respeto por nuestras tradiciones, desde la preparación de alimentos típicos hasta la visita a los cementerios, mantiene viva una conexión espiritual que ha resistido el paso del tiempo. A pesar de la modernidad, la tecnología y la vida acelerada, estos ritos siguen siendo custodiados por las generaciones mayores, verdaderos guardianes de la memoria y de los gestos que honran a los ancestros. Recordar a los muertos no es una práctica del pasado, sino un acto de identidad y humanidad. En cada vela encendida y en cada oración hay un lazo que une a los vivos con quienes partieron. Preservar esa costumbre es defender nuestra raíz más profunda.