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Opinión

Editorial: Derecho a la movilidad

Si alguna ventaja competitiva tenía Ecuador frente a sus vecinos era la relativa seguridad que reinaba en las carreteras. Las personas que querían adelantar sus desplazamientos en vísperas de un feriado o de un fin de semana lo hacían viajando durante la noche o la madrugada. Lo mismo con la transportación de mercadería y alimentos: las empresas de transporte podían enviar sus cargamentos durante la noche, lo que hacía más cómodo su ingreso a las ciudades y hasta se ahorraban el desgaste de los neumáticos al evitar el calor en el pavimento.

Eso ya casi no existe: ni los turistas ni los transportistas pueden viajar tranquilos como lo hacían antes, incluso a plena luz del día. No solo se pierden los incentivos para hacer turismo, sino que a las empresas de transporte se les encarece el negocio, pues hay zonas en las que son sometidas a extorsiones o ‘vacunas’.

Lo insólito es que no hay militares vigilando en las zonas más problemáticas y durante los feriados las vías se llenan de agentes de tránsito que, en lugar de controlar, se dedican básicamente a buscar ilusos a los que multar.

El Estado debe aumentar el control de las vías porque hay que defender la economía del país y, sobre todo, porque los ecuatorianos no pueden renunciar a su libertad de movilizarse.