Exclusivo
Opinión

Editorial: Hay que acabar con el ‘enredo’

Un poste saturado de cables no solo contamina visualmente, también envía un mensaje de desorden e improvisación

Guayaquil no puede preciarse de ser una ciudad moderna cuando aún arrastra problemas como la falta de soterramiento de cables en zonas residenciales, comerciales e industriales. Esos famosos ‘tallarines’ que cuelgan de los postes debieron ser un tema superado hace más de una década. Sin embargo, hoy siguen ahí, multiplicándose y formando una espantosa ‘telaraña’ que afea el paisaje urbano y genera molestias a diario, sin que haya respuestas claras de las autoridades.

Si algo tan elemental como esto, que muchos podrían considerar un mal menor, permanece colgado del quemeimportismo oficial, ¿qué se puede esperar de otros problemas más graves? Basta mirar el descontrol de la informalidad, la acumulación de basura en el centro o la falta de regulación en el tránsito para entender por qué Guayaquil luce cada vez más caótica.

Un poste saturado de cables no solo contamina visualmente, también envía un mensaje de desorden e improvisación. Esa imagen deteriora la percepción de seguridad y de confianza en el espacio público. Por eso, la tarea de limpiar el cielo de Guayaquil no puede recaer solo en el Municipio. Las empresas eléctricas, de telecomunicaciones y otros prestadores de servicios deben asumir su parte, retirar los cables en desuso y contribuir a mejorar la cara de la ciudad.