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Opinión

Editorial: Entre el legado y un nuevo inicio

Guayaquil es una metrópoli que quiere avanzar. Para lograrlo, necesita más que orgullo: requiere una visión

Guayaquil conmemora 490 años de proceso fundacional como el hogar de millones de ecuatorianos: los nacidos en su suelo y los que llegaron desde otros rincones del país en busca de oportunidades. La ciudad celebra su historia, sus tradiciones y su papel clave como Puerto Principal y motor económico del Ecuador.

Los elogios a Guayaquil son merecidos. Ha enfrentado epidemias, desastres naturales, delincuencia y otras tragedias, sin que nada haya logrado doblegar el temple de su gente. Pero más allá de las fiestas, los platos típicos, los equipos del Astillero o sus músicos populares, Guayaquil es una metrópoli que quiere avanzar. Para lograrlo, necesita más que orgullo: requiere una visión. Una refundación real que marque un antes y un después. Un punto de partida que los guayaquileños recuerden como el momento en que se empezó a construir el Guayaquil del futuro.

Ese nuevo Guayaquil debe planificarse con visión urbana moderna: con calles y manzanas pensadas para peatones, viviendas y comercios integrados, espacios públicos accesibles y un sistema de transporte que no solo deje de estar saturado, sino que ofrezca opciones sostenibles, incluso navegables. Guayaquil tiene el potencial. Solo necesita un modelo de ciudad que le devuelva el alma y le permita seguir siendo el orgullo de sus ‘hijos’ y un ejemplo para el país.