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Opinión

Editorial: ¡Menos marchas, más trabajo!

La tarea pendiente es transformar esas expresiones en un puente para el diálogo y en un llamado a construir un futuro compartido

Hoy 11 de septiembre estará marcado por movilizaciones. En Guayaquil, el presidente Daniel Noboa encabezará, por segunda ocasión, una marcha por la paz y la seguridad, concebida como un espacio para mostrar respaldo ciudadano en medio del revés que recibió en la Corte Constitucional (CC), que no dio paso a varias preguntas de su consulta popular y referendo.

En paralelo, en Quito, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y otras organizaciones se movilizarán para expresar su descontento frente a las políticas del Gobierno. Ambas convocatorias, aunque legítimas, no deberían convertirse en un pulso de fuerza que divida más a Ecuador.

El país ya ha vivido episodios de confrontación que derivaron en paralización de la producción, bloqueos de carreteras, interrupción de suministros y pérdidas económicas que golpearon, sobre todo, a los más vulnerables. Repetir ese escenario sería un retroceso.

Las marchas son formas válidas de participación, siempre que se ejerzan con respeto y dentro de los límites de la convivencia pacífica. Ni el oficialismo ni las organizaciones sociales pueden usar las calles como un campo de batalla. La tarea pendiente es transformar esas expresiones en un puente para el diálogo y en un llamado a construir un futuro compartido.