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Opinión

Editorial: El país al revés

Si seguimos en esta dirección, sin darnos cuenta, estaremos presionando el botón que pone fin a todo

Desde hace muchos años, los ecuatorianos arrastramos el estigma de vivir en un país ‘al revés’. Pero en los últimos tiempos, esta triste distinción se ha acentuado con fuerza. La corrupción se ha enquistado en las entidades públicas y los controles que deberían evitarlo, simplemente no existen.

Así, no es raro ver cómo, de un día para otro, surgen supuestos empresarios con fortunas inexplicables. Jóvenes convertidos en ‘muñecos’ y ‘muñecas’ de la mafia, que manejan cifras exorbitantes de dinero, al punto de comprar conciencias, incluso la de sus propios padres.

En esta realidad torcida, el esfuerzo y el sacrificio ya no son garantía de nada. Si no tienes dinero para una coima, seguirás en la fila de espera. Si no tienes padrino, mejor ni insistas. Y lo más grave, quienes deberían dar el ejemplo, autoridades y políticos, son justamente los abanderados del apadrinamiento.

Mientras tanto, la sociedad parece dormida. Cada día la vida vale menos, y todo se vuelve más indiferente. Si seguimos en esta dirección, sin darnos cuenta, estaremos presionando el botón que pone fin a todo.