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Opinión

Editorial: ¡Paralizar al país es un retroceso!

los manifestantes deberían reflexionar: el bloqueo de carreteras y la destrucción de bienes públicos no son actos de resistencia legítima

Paralizar al país por el alza del diésel es frenar el desarrollo y abrir la puerta a la especulación con los productos de primera necesidad. Las agrupaciones sociales deben entender que presionar al Gobierno de Daniel Noboa con protestas violentas no es la vía para revertir la eliminación del subsidio a este combustible.

Ese subsidio, lejos de beneficiar al ciudadano común, se convirtió en un botín para contrabandistas que lo sacaban por las fronteras o lo revendían en altamar. La medida, aunque dura, era inevitable: el Estado no puede seguir desangrándose para financiar la viveza de unos pocos.

Ahora bien, la responsabilidad no recae solo en quienes protestan. El Gobierno también debe dar un mensaje claro aplicando la ley contra quienes durante años se enriquecieron con el tráfico ilegal de combustible. Sin sanción ejemplar, cualquier reforma pierde legitimidad.

Por su parte, los manifestantes deberían reflexionar: el bloqueo de carreteras y la destrucción de bienes públicos no son actos de resistencia legítima, sino golpes directos a la economía. Cada vía cerrada, cada inversión que se espanta, representa menos empleo y menos oportunidades para los mismos sectores que dicen defender.

Protestar es un derecho; pero hacerlo con violencia o en defensa de privilegios mal habidos, es un retroceso. El país necesita soluciones responsables, no un nuevo ciclo de chantajes que siempre termina pagando el ciudadano honesto.

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