No hay ambulancias

Al hablar del sistema de salud público del país, pocas veces (poquísimas) es posible decir cosas buenas, y esta vez tampoco es caso de aplaudir. Se suma a la ausencia en los hospitales de insumos médicos, medicinas, equipos y de todo lo que uno se pueda imaginar, el problema de las ambulancias, que son escasas, además de que muchas de ellas se encuentran en mal estado, problema que no es de este gobierno ni del anterior, sino que viene de años atrás.

Y es que no basta con la mala suerte de sufrir un accidente, sino que para remate, a la hora de pedir una ambulancia para ser trasladado al hospital y ser atendido, estas están dañadas, varadas en los talleres a la espera de la buena de Dios, o nunca llegan porque simplemente el déficit del número de estas unidades es crítico y no se puede cubrir la demanda de emergencias médicas. Y toca a lo ‘criollo’ resolver sobre la marcha: en una camioneta, un taxi y hasta tricimoto. En ese momento, cualquier cosa que tenga ruedas sirve.

Este problema, que exige una solución inmediata, se suma a la larga lista de tareas por resolver por parte del gobierno. Y la crisis económica una vez más impedirá que se adquieran nuevas unidades, ya que debido al equipamiento que estas deben tener, no son nada baratas. A prender velitas y pedirles a todos los santos no meter la pata o no cruzar por el lugar equivocado, para no tener que pasar las de Caín en momentos críticos, cuando la vida y la muerte se la juegan.