Movilidad, una deuda pendiente

Se inicia la campaña electoral y los habitantes de Quito y Guayaquil, las ciudades más caóticas en movilidad, están expectantes por las propuestas de los candidatos a alcaldes para mejorar sus respectivos sistemas de transporte.

El crecimiento de ambas ciudades, en los últimos 10 años, no ha ido de la mano con un eficiente plan de movilidad, todo lo contrario, ha empeorado: flota de buses de transporte público reducida y deficiente, desbordante incremento del parque automotor, lo que se traduce en congestión vehicular y colapso de calles.

Ambas ciudades no dan más y necesitan de medidas urgentes para destrabar los nudos que complican a diario la movilidad de sus habitantes. Deben ser pensadas como verdaderas metrópolis que requieren de nuevos sistemas de desplazamientos, más inteligentes, sostenibles, seguros y económicos.

Los aspirantes están obligados a explicar a los ciudadanos cómo harán para resolver este problema, presentando planes claros y concretos, para que no se repitan escandalosos fracasos como el sistema de transporte público masivo aerosuspendido entre Guayaquil y Durán, ‘vendido’ como la gran solución para la movilidad, cuando solo lo usan 350 usuarios diarios.