Con la reciente evasión de tres reos considerados de alta peligrosidad de la cárcel de Latacunga, nuevamente salta la interrogante entre los ecuatorianos sobre de qué va el misterioso Plan Fénix, la punta de lanza del actual Gobierno.

Que internos se hayan ‘volado’ del área de máxima seguridad de un reclusorio que estaba en manos de las Fuerzas Armadas, en pleno estado de excepción, preocupa, mucho más cuando las cifras de delitos como las extorsiones y asesinatos vuelven a ganar terreno luego de algunas semanas de tranquilidad.

No se exige revelar información sensible que entorpezca la lucha contra los grupos terroristas, pero sí certezas de que dicho plan cuenta con una estructura, de que es más que un nombre y que no son solo garrotazos a unos cuantos descamisados en los barrios. ¿Acaso es improvisación?