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Opinión

Todos nacemos llorando, y también reclamando...

Ten siempre presente que necesitas deshacer ese nudo que llevas en la garganta y que te acumula las penas. Que se siente en la espalda como una pesada carga, y en el pecho como una angustia oprimida.

Necesitas sacar ese sentimiento de dolor y llorar. ¡Llora! Eso te hará liberarte...

Muchas veces cuando alguien sufre un duelo, una ruptura de pareja, la pérdida del trabajo o una decepción amorosa, no llora lo suficiente. Muchos de inmediato se dicen a sí mismos: “Deja ya de llorar, nada ganas con tus lágrimas. No solucionas nada...” Y ante las críticas de la comunidad nos tratamos de evidenciar como si fuéramos duros, de hierro... Y creemos que llorar está mal, que más bien es un motivo de vergüenza o un síntoma de debilidad...

Sin embargo, el llanto es ese polvo que se acumula en el alma, que se estanca y que te turba si no lo dejas fluir. Por ello ese polvo necesita liberarse, explotar, porque es parte del proceso de aceptación, de liberación y de autosanación.

Quien llora limpia el alma, limpia las penas y limpia la tristeza.

Muchas veces necesitas llorar, sacar toda esa frustración, ese enojo, esa desilusión, ese abandono, esa soledad. Debes entender que llorando estás depurando la mente y limpiando tu corazón herido.

Recuerde, amigo lector, que todos nacemos llorando. Y lo hacemos con coraje, como un reclamo al cambio de ambiente al salir del útero, al pasar de la oscuridad a la luz.

El llanto es efímero. La sonrisa es de siempre, y depende de nosotros... Por eso, sonríele a la vida en todo momento y sobre cualquier circunstancia.

¡Viva la vida!