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La joven fue localizada en partes tras su brutal crimen, en Ibarra, Imbabura.Cortesía

Ibarra: La trágica historia de la joven enterrada incompleta ¿Qué dice la familia?

Su femicidio se registró hace siete meses, pero desde entonces gran parte de su cadáver no ha sido localizado. Estos son los detalles exclusivos

La familia de Liliana, asesinada y descuartizada en Ibarra, Imbabura, vive un tormento. Luego de siete meses de su femicidio, ellos no han logrado sepultar su cuerpo completo para que, al menos, pueda descansar en paz.

El brutal crimen de la joven se registró el 30 de mayo de 2025, al interior de una casa del barrio El Vergel, donde fue atacada. María (nombre protegido), pariente de Liliana, contó que solamente hallaron sus piernas y una parte del tronco.

“Durante siete meses hemos buscado por muchísimos lugares, pero no hallamos ni su cabeza ni brazos. Probablemente no los encontremos nunca”, lamentó la allegada, quien reveló a EXTRA los pormenores del drama que viven sus seres queridos.

La fecha del crimen, Liliana, de 24 años, acudió hasta aquel domicilio porque, supuestamente, la contrató un individuo para que le brindara sus servicios sexuales. “Nosotros no podemos asegurar si la chica trabajaba en eso o no. Además, por eso no se la puede juzgar”, acotó María, quien dijo que el esposo de la víctima la llevó hasta ese sitio durante el mediodía.

Luego de dos horas, ella no respondió a los mensajes de su marido, lo que empujó a que sus familiares la buscaran. Al siguiente día, denunciaron su desaparición, pero no fue hasta el 1 de junio que la realidad los golpeó: Liliana había sido asesinada. Solo se hallaron parte de sus restos.

La captura del sospechoso del femicidio en Ibarra

Una pariente contó nuevos detalles del caso, ocurrido en el barrio El Vergel, Ibarra.Franklin Jácome

La primera sospecha que tuvieron fue del esposo. “Hubo contradicciones en su versión. Cuando habló con nosotros, dijo que ella fue a ese lugar a vender una funda de limones. También describió que ella tenía otra ropa”.

Sin embargo, no hubo pruebas concluyentes para detener al conviviente, quien, según María, maltrataba a su pareja. La pista que desvió la sospecha a otro lado fue un depósito de 5 dólares que recibió Liliana del supuesto cliente, identificado como Robinson Muñoz, de 27 años.

(También | Descuartizada en Ibarra: Sospechoso cayó por el depósito de cinco dólares)

Con ese dato, los investigadores fueron al barrio El Vergel, localizaron el domicilio donde arrendaba el sospechoso y lo capturaron luego de que saliera corriendo del inmueble. Al ser interrogado, Muñoz contó lo que hizo con los restos de la joven: los arrojó en diferentes contenedores, pero también cerca del río Tahuando (ver mapa).

El proceso judicial contra el detenido comenzó por el delito de asesinato y solamente en las primeras pericias colaboró. Sin embargo, él también se contradijo cuando dio otra versión tras lo ocurrido. Luego de confesar dónde dejó las partes humanas, según recogió el parte policial, Muñoz aseguró a los investigadores que no recordaba nada de lo ocurrido con Liliana. Lo único que presuntamente tenía en su memoria fue cuando lo llevaban en un patrullero.

La supuesta enfermedad mental del sospechoso

El sujeto fue detenido en el barrio El Vergel, en Ibarra. Imbabura.Archivo

María explicó que el implicado querría defenderse diciendo que tiene un problema psicológico. “El caso ya no es un asesinato y ahora se lo procesa por femicidio. Desde que pasó eso (reformulación de cargos), él se acogió al derecho al silencio”, precisó la pariente de la víctima.

Y la preocupación de María tiene sentido. Cuando Muñoz habló con la policía, también les dijo que esa laguna mental del día del crimen se debió a que no había tomado unos medicamentos que le recetaron para una supuesta enfermedad que padece: Trastorno Disociativo de la Personalidad (TDP).

Según él, una semana antes de lo ocurrido, su exnovia lo encontró comportándose “como un niño”. Por eso, lo llevó al hospital San Vicente de Paúl, en Ibarra, donde “me sacaron sangre y me dijeron que era (la enfermedad mental) por el consumo de estupefacientes; yo consumo base de cocaína y marihuana”.

Mientras ocurría esto, María explicó que todos seguían atormentados. No solo porque no hallaron el resto del cuerpo, sino porque todavía no había certezas de que las piernas localizadas en Ibarra fueran de Liliana.

“Los restos fueron llevados al centro forense de Quito y estuvieron allá durante tres meses”. El motivo fue que debían practicar las pruebas de ADN y, oficialmente, confirmar la identidad de la fallecida.

Quienes reconocieron los restos como de Liliana, inicialmente, fueron la madre y la pareja que la vio por última vez. La única certeza que había era el color de la licra que la joven vestía cuando fue asesinada. Luego de tres meses, y cuando tomaron una muestra del cartílago de la cabeza femoral de una de las piernas, se determinó que sí era la muchacha. La comparación la hicieron con el ADN de su madre.

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El sepelio de los restos de Liliana, en Urcuquí, Imbabura

El sepelio se hizo en el cementerio de Urcuquí, en Imbabura.Cortesía

Cuando la espera terminó, los restos de Liliana fueron entregados a su familia. Las piernas y parte de su torso fueron llevados hasta la casa de su madre en Urcuquí, también en Imbabura y de donde era oriunda la víctima, para una ceremonia.

En un féretro la velaron junto con una foto suya y luego la sepultaron en un nicho del cementerio local. “Ella era una joven buena. Para mantener a su único hijito, ella trabajaba en el campo, limpiaba casas o lo que fuera”, recordó María, quien junto a su familia está preocupada por el futuro judicial del caso.

Pero la decisión de no hablar en el proceso por una supuesta enfermedad mental no solo pone en riesgo un posible giro en el caso, sino que dificulta aún más el hallazgo del resto de partes. “La madre de Liliana recibe tratamiento psicológico por todo esto que hemos vivido. Pero el hijito es el más afectado porque siempre pregunta por su mamacita”, expresa la pariente.

El pequeño, de 6 años, todavía no comprende lo sucedido con su mamá, por lo que deben mentirle y decirle simplemente que su madre se fue. “Es demasiado pequeño para saber que su mamita fue asesinada”, precisó María, quien solo pide que el juicio se cumpla lo más pronto posible para que se obtenga una sentencia. “La condena no nos devolverá a Liliana, pero en algo aliviará este dolor de haberla perdido de esa manera tan cruel y el hecho de que no podremos completar su cuerpito”, finalizó.

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