Los pollos y el balanceado que transportaba el tráiler siniestrado en la Ruta Viva, este jueves 30 de octubre, no llegaron a su destino.

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Poco después del accidente, decenas de vecinos se abalanzaron sobre la carga y empezaron a llenar en costales el alimento para aves y los pollos crudos que quedaron sobre la calzada.

No se trataba de trabajadores ni de personal de limpieza. Eran moradores del sector que, con palas y escobas, recogían lo que podían y se lo llevaban a sus casas, mientras los agentes del SIAT y de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) trataban de mantener el control.

“¡Eso es evidencia!”

En medio del caos, los uniformados tuvieron que pedir al conductor de una grúa, que debía llevarse uno de los vehículos siniestrados, que bajara las cubetas con pollos y pavos que el tráiler transportaba.

“¡Eso es evidencia!”, gritó uno de los agentes al notar que los ayudantes cargaban la mercancía sobre la plataforma.

Una mujer dijo indignada que “debieron dejar que se lleven los pollos” apenas se había registrado e accidente, lo que obligó a los agentes de tránsito a explicar que las pericias exigían no mover nada del sitio hasta terminar las investigaciones.

Producto contaminado

Aunque algunos alcanzaron a huir con parte de la carga, minutos después llegaron funcionarios de Emaseo, quienes recogieron las cubetas restantes para desecharlas.

Según los técnicos, la carne de aves no era apta para el consumo humano, pues estuvo expuesta al sol, al asfalto y al combustible. Además, al romperse la cadena de frío ya estaba en proceso de putrefacción.

El accidente

El siniestro se produjo alrededor de las 08:35 de este jueves 30 de octubre, en sentido Quito–Aeropuerto, a la altura del desvío hacia la vía Intervalles.

Según la AMT, el tráiler perdió los frenos por sobrecalentamiento o cristalización, impactó contra las barreras de seguridad y arrastró a otros siete automotores: dos pesados, cuatro livianos y una motocicleta.

La tragedia dejó tres personas fallecidas y ocho heridas. Además, provocó una explosión e incendio que complicó las labores de rescate y obligó al cierre temporal de la vía.

La escena final, entre escombros, humo y costales de balanceado, fue descrita por los testigos como “un cuento de no acabar”, por el nivel de siniestralidad de la Ruta Viva.

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