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Vendedores EXTRA | Patricia Granda comparte su historia de superación y trabajo
Ama de casa encontró en la venta de diarios una forma de generar ingresos para su hogar, demostrando que la constancia trae recompensas
“Mi nombre es Patricia Granda, tengo 50 años y soy ama de casa. Siempre he trabajado con esfuerzo y con ganas de salir adelante para apoyar a mi familia. Vivo con mi esposo, que es sastre, y con mi hijo de 11 años. Como toda familia, tenemos gastos constantes: comida, colegio y cuentas por pagar.
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Siempre he pensado en cómo ayudar a los ingresos de mi casa y no encontraba un trabajo que se acomodara a mis tiempos sin dejar de lado las responsabilidades del hogar. Encontraba propuestas, pero requerían laborar ocho horas.
Un día, revisando las redes sociales, encontré un aviso donde se busca a gente con ganas de trabajar en ventas. Al principio pensé: ‘Ventas… eso es difícil, uno nunca sabe cómo le va a ir’. Pero llamé para informarme y me dijeron que se trataba de vender diarios. Lo primero que se me vino a la cabeza fue que ya casi nadie lee periódicos porque uno cree que todo está en internet. Tenía mis dudas, pero fui a la cita.

Me explicaron cómo funciona el trabajo: hay que cumplir un número de ventas diarias. Solo requería de tres a cuatro horas en la mañana y me permitiría sumar un ‘billetito’ a lo que ya gana mi esposo.
Los primeros días fueron difíciles. Se me complicaba alcanzar el ‘número mágico’ de ejemplares vendidos al día. Pero recordé lo aprendido cuando vendía cosméticos en la calle. Esto no se trataba solo de caminar, sino de buscar a quienes realmente quieren el producto.
Así encontró a los clientes 'pepa' del EXTRA
Tenía que encontrar a los lectores del diario a quienes no les llega la oferta. Poco a poco fui encontrando clientes: primero diez, luego veinte, después treinta fijos.
Les cuento el caso de don Juanito, un señor de 65 años que hoy es uno de mis compradores más fieles. Él me dice que siempre compra EXTRA porque es fanático de Barcelona, gane o pierda, y porque le gusta hacer el EXTRAGRAMA. Pero desde hacía tiempo nadie le llevaba el diario a su casa. Yo pensé: ‘¿Cuántos Juanitos más estarán esperando?’. Y entonces fui a buscarlos.
Hoy cumplo mi meta de ventas con mis clientes de la calle y con los fijos. Ya conozco mejor mi recorrido y trabajo menos horas.
Salgo temprano y regreso antes del mediodía, con tiempo para mi familia y para el almuerzo. Este trabajo me enseñó que con pasión, paciencia y esfuerzo se obtiene recompensa. No somos ricos, pero cada día llevo el pan a la mesa con orgullo.
Si piensas que vender diarios no es rentable, te invito a intentarlo. Con decisión y convicción es posible ganar y organizar tu presupuesto. El diario impreso sigue vivo, y todavía hay muchas personas que lo esperan cada mañana”.