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A 76 años del terremoto, Tungurahua no olvida la tragedia que marcó su historia
Sobrevivientes, jóvenes y autoridades se unieron para rendir tributo a las víctimas del devastador terremoto del 5 de agosto de 1949 en Tungurahua.
Han pasado 76 años desde que la tierra rugió con furia aquel 5 de agosto de 1949. Pero en Tungurahua, el recuerdo sigue vivo. Cada año, sobrevivientes y nuevas generaciones se reúnen para rendir homenaje a las víctimas del terremoto más devastador del siglo pasado en Ecuador.
Este 2025 no fue la excepción. En Ambato, el evento central se denominó “Memoria Viva del 49”. Desde las 11:00, un recorrido permitió a los asistentes conocer los sitios que fueron afectados por el sismo.
Las narraciones, llenas de emoción, describieron cómo casas, iglesias y escuelas quedaron reducidas a escombros. En Pelileo, se recordó con especial énfasis cómo el parque central fue convertido en un cementerio improvisado.

A las 14:10, la llamada "hora cero", las campanas de las iglesias repicaron al unísono, el martes 5 de agosto. Diez minutos después, frente a la Catedral de Ambato, una representación teatral puso piel a los relatos de angustia y desolación que vivió la población aquel día.
Pelileo Grande, la tierra que sepultó una ciudad
Mientras tanto, en Pelileo, el epicentro del sismo de 6.8 grados en la escala de Richter, la jornada comenzó con una caminata de unos 40 minutos desde el centro hasta Pelileo Grande, la comunidad que desapareció por completo tras el desastre. Allí se celebró una misa campal entre flores y silencio.
Uno de los rostros que conmueven cada año es el de Néstor Chango, de 86 años. Sentado en un tronco del parque central, junto a su esposa Matilde Chasi, revive su historia. “Ese día estaba dando de comer a los animales cuando la tierra se abría y se cerraba como una boca. Mucha gente desapareció”, recuerda con voz temblorosa. Aunque perdió amigos, su familia logró sobrevivir.

Testimonios que siguen doliendo
Doña Matilde Chasi, tenía cuatro años y recuerda que recibió un golpe en la cabeza por una teja caída. “Mis padres lo perdieron todo. Nos fuimos a Riobamba, pero volvimos para levantar nuestra tierra”, cuenta.
Gonzalo Jaya, de 85 años, tenía ocho cuando ocurrió el sismo. Vivía en Quero, donde muchas casas quedaron destruidas. “Ahí supe lo que era un temblor. Nunca lo olvidé”, dice.
Diana Caiza, alcaldesa de Ambato, recalcó que a los ambateños siempre los reconocen por su fortaleza y resiliencia, por eso mantienen la memoria viva de aquel 5 de agosto que los marcó, pero también demostró que los ambateños, frente a diversas circunstancias siempre se levantan.

Mientras, Manuel Caizabanda, prefecto de Tungurahua, aseguró que estos actos no solo evocan el pasado, sino que impulsan una mirada al futuro: “Recordamos con respeto, pero también con fortaleza. La adversidad nos enseñó a ser resilientes”.
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