“Ya estoy en la cima, el clima está perfecto… voy a tomar fotos”. Ese fue el último mensaje que Darío Fabricio Caicedo Silva, sargento segundo de Policía, envió a su tío el domingo 2 de noviembre a las 11:00. Desde entonces, el silencio reina en la montaña.

Aquel día, el uniformado de 40 años salió de su casa en el barrio Pititig, en Baños de Agua Santa, a las tres de la madrugada. Iba rumbo al volcán Tungurahua, su lugar favorito desde niño. Horas después, se comunicó por última vez. Desde entonces, nada.

Búsqueda sin tregua en la “montaña del fuego”

El Cuerpo de Bomberos de Baños activó el operativo de búsqueda apenas conoció su desaparición. A ellos se sumaron rescatistas de Ambato, Pastaza, Mejía, además del GOE de Alta Montaña, el GIR y guías locales.

Durante tres días consecutivos, los equipos han escalado hasta los 4.200 metros de altura, desafiando la neblina, el viento y las bajas temperaturas. El teniente coronel Byron Murillo, jefe de Bomberos de Ambato, confirmó que las labores se mantienen activas:

“Estamos haciendo todo lo posible, pero el clima complica la visibilidad. No descansaremos hasta encontrarlo.”

El ECU-911 coordina sobrevuelos con drones y helicópteros, mientras en tierra se revisan rutas y refugios.

Darío, quien presta sus servicios en el Distrito Milagro (Guayas), había regresado a Baños para pasar unos días con su familia y celebrar su cumpleaños número 40. Todos lo describen como un hombre alegre, servicial y amante de la naturaleza.

Esperanza entre la fe y la niebla

Aunque las condiciones del volcán son extremas, nadie en Baños pierde la fe. La familia ofrece una recompensa y pide el apoyo de montañistas expertos que conozcan las rutas del Tungurahua.

En medio de la incertidumbre, la comunidad aguarda un milagro: que Darío regrese sano y salvo a casa.

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