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Ecuador

“Parece una guerra”: así viven los quiteños la militarización del Centro Histórico
Ejército tienen la misión de cuidar el Palacio de Carondelet y dar seguridad. En la Universidad Central se convocaron para ayudar a manifestantes
Ana Narváez fue, como de costumbre, a comprar mercadería en uno de los centros comerciales del ahorro, en el Tejar, centro de Quito. Cuando llegó a la puerta principal se topó con la sorpresa de que una docena de militares cubiertos con pasamontañas, cascos y bombas lacrimógenas custodiaban el ingreso.
Cerca de ellos estaba estacionada una tanqueta militar enorme. La adulta mayor, de 76 años, aseguró que nunca en su vida había visto un vehículo de esa magnitud.
Entró con temor al establecimiento, se acercó a uno de los vendedores y compró dos pantalones de calentador, cada uno en 3,50 dólares. Ella los vende a 5 dólares en una calle de Carapungo.

Dijo que su situación económica no le alcanza y que el paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) ha incrementado en ella la incertidumbre. No sabe cómo generar más dinero.
Listos para el ataque
EXTRA hizo un recorrido por el Centro Histórico de Quito y corroboró que la mayoría de su espacio se ha convertido en un cuartel gigante en el que decenas de militares patrullan y resguardan el Palacio de Carondelet.
El edificio gubernamental y sus alrededores parecen una trinchera. Una zona de guerra. Los transeúntes se sienten intimidados y hasta los comerciantes ven la situación como un escenario de riesgo.
Mercedes Peñafiel tiene un local cerca de la Plaza de San Francisco. Asegura que en los últimos días se ha restringido el acceso vehicular a la zona, lo que ha impedido que se acerquen algunos clientes.

“Parecería que una se siente segura por la presencia del Ejército, pero parece que nos estamos preparando para una guerra”, comentó.
El mayor Pablo Villagómez señaló que están preparados para repeler cualquier tipo de ataque por parte de manifestantes que se tornen violentos. Eso sí, aclaró que el armamento que tienen para contrarrestar a los manifestantes no es letal y solo tienen como misión disuadir a su objetivo
Zona de paz
A diez minutos del centro de Quito, en algunos espacios de la Universidad Central del Ecuador se vive un ambiente de camaradería. Estudiantes han convertido las aulas de algunas facultades en centros de acopio de donaciones para enviarlos a los manifestantes de Imbabura.
Eliana Quezada, una de las voluntarias, manifestó que han tenido dos problemas: el primero ha sido lidiar con la burocracia de las autoridades universitarias; el segundo, tratar de que todos los insumos lleguen bien al epicentro de las protestas.

Por un lado, la joven aseguró que no se sienten respaldados por la institución. La tarde del 13 de octubre se autorizó que el coliseo de la universidad se convierta en un refugio de manifestantes que lleguen de otras provincias, pero hasta el cierre de esta edición no abrían las instalaciones.
Por otro, ellos han monitoreado las donaciones que envían desde Quito a los cantones afectados de Imbabura, pero no todos han llegado. “El convoy del Gobierno ha impedido su paso. La gente tiene que hacer relevos para llevar la comida y las medicinas a pie. Es un peligro”, alertó la voluntaria.
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