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Guayaquil: Osamentas podrían pertenecen a tres hombres desaparecidos desde octubre de 2021

Mananita debe someterse prueba de ADN para corroborar si los huesos humanos pertenecen a sus parientes. Policía no confirma si fueron víctimas de violencia. No se descarta ninguna posibilidad.

Mireya Pincay llora desconsolada al recordar el tiempo que ha transcurrido desde la desaparición de su hijo, su hermano y su sobrino.
Mireya Pincay llora desconsolada al recordar el tiempo que ha transcurrido desde la desaparición de su hijo, su hermano y su sobrino.Freddy Rodriguez y cortesía

El descubrimiento de osamentas correspondientes a seis personas, el pasado martes, en una isla del golfo de Guayaquil, frente al Guasmo sur, ha devuelto a Mireya Pincay Reyes la esperanza de encontrar a sus tres familiares desaparecidos, desde hace 299 días, aunque sean solo sus restos.

La manabita, de 45 años, se enteró por los noticieros de los hallazgos de los huesos humanos. Enseguida, para corroborar si se trataba de su hijo, César Gerardo Mora Pincay, de 22 años, su hermano Leyton Roberto Pincay Reyes, de 39; y de su sobrino Jordy Genaro Pincay Vimos, de 19, se comunicó con el policía que está a cargo de la investigación por la desaparición.

“No hemos perdido la esperanza de encontrarlos con vida. Se nos ha vuelto un calvario, no tenemos tranquilidad. He buscado consuelo en mis nietos. Hasta no tener la confirmación de que los restos hallados son de ellos, alimentaré la fe de que algún día van a regresar y que los voy a poder ver y abrazar”, manifestó Mireya.

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El 9 de octubre de 2021, Leyton, Jordy y César salieron desde sus casas ubicadas en la manzana 3346 de la Sergio Toral 1, en el noroeste porteño, y se dirigieron hasta la cooperativa Cristal, en el Guasmo sur. En este sector desde hace dos semanas se dedicaban al comercio de vitrinas.

La mañana de aquel día, Jordy le envió un video a su novia, donde le decía que estaban saliendo hacia el Guasmo. A las 12:50, Roberto se comunicó por mensaje con su conviviente y le dijo que en cinco minutos se bajaban del bus y que cuando se desocupara le escribiría.

El 9 de agosto cumplirán 10 meses de desaparecidos. Familiares asentaron la denuncia dos días después.

“Eso fue último que supimos de mi hermano, mi sobrino y de mi hijo. Un día después comenzamos a buscarlos. Fuimos al Guasmo, al sector donde habían recorrido, pero todo fue en vano. A mi cuñada le dijeron ‘por aquí estuvieron, se fueron para al fondo, les advertimos que ese sector es peligroso’. Pero cuando fuimos hasta esa zona la gente no nos dio información y nos cerraron las puertas. Un señor le dijo a un allegado que estaban enterrados”, recordó llorando la mujer quien es oriunda del cantón Paján.

Mireya reveló que la tarde del martes, mediante una llamada telefónica, un agente de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased) le indicó que a los restos hallados se les hará estudios antropológicos que ayuden a determinar su identidad. “Me dijeron que me van a llamar para hacerme la prueba de ADN (huella genética), pero que debo esperar”, manifestó con esperanza.

Esto fue confirmado por el jefe zonal de la Dinased, coronel Henry Herrera, pues precisó que -como parte de las investigaciones- se tomarían muestras a familiares de personas reportadas como desaparecidas para comprobar si los restos hallados corresponden a alguna de ellas.

El oficial explicó que no se podía descartar ninguna hipótesis, sobre todo porque en este caso todavía no se cuenta con identidades ni géneros de las posibles víctimas, porque es un trabajo que a los expertos podría tomar de días a meses.

Patrón

El coronel Herrera hizo hincapié en que los restos no fueron hallados en grandes fosas, como hasta él había pensado, sino en espacios de poca profundidad, como si las personas que enterraron los cuerpos hubieran querido darles una sepultura digna.

Por ese motivo, aunque no descarta que exista participación criminal, el jefe policial sospechaba que las personas fallecidas tal vez no fueran víctimas de ataques violentos, sino de alguna enfermedad -como COVID- y que probablemente sus familiares decidieron llevarlos a enterrar a ese lugar.

Para Herrera, los dejaron uno al lado de otro, en tres espacios diferentes, aunque cercanos (ver infografía) y no uno sobre el otro. “Hasta parecería un lugar preparado como para regresar y velarlos, como en un cementerio”, señaló.

El sospechoso fue trasladado a la Unidad Judicial Norte a la espera de la audiencia de formulación de cargos.

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Las estimaciones del jefe policial -dijo- se basaron en el patrón que notó en la escena del hallazgo: “había mucho orden”, pero aclaró que en la zona del hallazgo se seguirían haciendo inspecciones para establecer si hay o no más cuerpos enterrados.

Para eso, la zona se ha declarado bajo reserva. Además, indicó que se solicitaría la colaboración de la Armada del Ecuador para realizar la custodia, mientras peritos forenses trabajan en el lugar.

105 denuncias por desapariciones se han registrado este año en la Zona 8.

Otra posibilidad

En esta zona del golfo porteño existen algunas camaroneras, las que suelen ser ‘visitadas’ por piratas, quienes roban dinero a los trabajadores y los crustáceos de las piscinas.

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Es así que ante la interrogante de que se tratara de delincuentes que fueron baleados por guardias, y luego enterrados por el temor, Herrera reiteró que no se podía descartar ninguna posibilidad.

Sin indicios criminales

El coronel Herrera sostuvo que, por lo general, los grupos criminales buscan generar terror y, cuando cometen un asesinato, quieren que se vea, pero “en este caso no hemos visto nada de eso (...) Esperemos el avance de las investigaciones”, concluyó. (AEB-SCM)