En Ecuador no hay quién la salve. Camila nació sin vesícula, con cirrosis hepática y a sus tres meses necesita un trasplante de hígado de manera urgente. Pero este tipo de intervenciones no se realiza en el país, por lo que a Marjorie Flores, la madre, le han planteado tres lugares para esta riesgosa operación: Argentina, Estados Unidos o España.

Sin embargo, el trámite y los exámenes que debe realizar el Ministerio de Salud Pública por momentos se estancan o van a paso lento. Por eso, la progenitora clama que sus pedidos sean tomados en cuenta, porque aún ni siquiera la han llamado para realizar las pruebas que permitan establecer si ella o el papá son compatibles con el hígado de la pequeña.

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Además, Marjorie no cuenta con la capacidad económica para pagar esta operación, cuyo valor supera los 100 mil dólares. Eso hace que insista en su pedido de ayuda al Estado.

Esta lucha, puertas adentro, Marjorie la debe enfrentar sola, porque es madre soltera, pero también recibe la ayuda de personas de buen corazón que contribuyen a darle ánimo y apoyo económico, sobre todo porque los medicamentos que a diario debe administrar a su hija son costosos.

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A eso se suma que la casa en la que habita, en el norte de Quito, es alquilada y tiene que pagar una mensualidad, pero a causa de la situación que se presentó con Camila tuvo que dejar su empleo para dedicarse a tiempo completo a ella.

Incluso, entre el 20 de julio y el 14 de agosto de este 2023, tuvo que permanecer internada junto a la nena. En ese tiempo la niña fue sometida a dos intervenciones quirúrgicas: una que le permite drenar líquidos y otra que le ayudó a que mínimamente el estado de su salud mejore, pues lo que en realidad necesita para sobrevivir es el trasplante, explica Marjorie Flores. “Si mi hija está viva es gracias a Dios. Mi hija vive porque Dios lo permite”, enfatiza.

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Mamá detectó su situación

La madre cuenta que, de no ser por ella, es probable que la enfermedad de su hija no se hubiera descubierto a tiempo para empezar con la batalla que anhela ganar. Marjorie recuerda que la piel de su nena tenía una tonalidad amarilla y que las heces eran blancas. Por eso acudió a los médicos que en la época la atendían y le dijeron que no debía preocuparse, porque se trataba de algo común. Pero los problemas de la niña persistieron y ella buscó a otros profesionales.

“De favor una amiga me ayudó con una cita. Ahí me dijeron que algo pasaba con el hígado de mi hija. Entonces me alarmé. Le hicieron los exámenes y en un eco salió que algo le estaba obstruyendo a la nena en el hígado, en las vías biliares”, señala. Fue así que descubrió que la vida de su hija estaba en riesgo.

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Frialdad

Marjorie comenta que algunos médicos no tienen tino para decir las cosas a sus pacientes, pues cuando han hablado con ella, de forma dura, le han dicho que en la actualidad tendría un 60 % de probabilidades de vida.

“Le dicen cruelmente a uno eso en el hospital y como he dicho, si mi hija vive es gracias a Dios (...). En otro hospital le daban el 10 % de probabilidades. Para una madre es devastador que le digan eso”, sostiene. Y añade: “he sido una mujer fuerte, valiente, me ha tocado enfrentar todo sola, con la ayuda de Dios y las amistades que me han apoyado”.

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Reitera su pedido

Marjorie pide más agilidad en los trámites. Indica que tampoco está lista la biopsia y que el caso de su hija permanece todavía en fase de evaluación.

Ella está preocupada porque el tipo de intervención que necesita Camila no se realiza en Ecuador. “Aquí en nuestro país no lo hacen y en verdad ha sido súper duro este tiempo para mí. Es muy doloroso ver a tu hija que se queje por el malestar (...). Por favor, que el señor presidente ayude y agilite en el Ministerio de Salud todos los exámenes que tengan que hacernos, que vean que soy una mamá desesperada”, dice entre sollozos.

Marjorie desea que las autoridades ablanden su corazón y hagan lo necesario para ayudar a su hija, quien “apenas tiene tres meses... y tanto por vivir”.

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