El expresidente ecuatoriano Rafael Correa ha vuelto a generar repercusión en redes sociales al pronunciarse sobre la polémica que envuelve al también expresidente Abdalá Bucaram, quien exige una reparación histórica por su destitución en 1997, considerada por él como un “golpe de Estado”. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitó al Estado ecuatoriano, en un plazo de tres meses, una justificación formal sobre la destitución de Bucaram, lo que ha reactivado el debate político en Ecuador.

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Correa, en su cuenta de X, aseguró que Bucaram “tiene toda la razón”, cuestionando la legalidad del proceso que lo removió del cargo. Según el exmandatario, la destitución fue parte de una “sapada criolla” impulsada por el Partido Social Cristiano y avalada por las Fuerzas Armadas, y criticó que se ignorara la sucesión constitucional al no asumir la vicepresidenta Rosalía Arteaga, y en su lugar ser posesionado Fabián Alarcón, entonces presidente del Congreso.

“Todo esto bendecido por Paco Moncayo, jefe del Comando Conjunto de las FF. AA., cuando los militares eran los árbitros del bien y del mal”, escribió Correa, recordando además que entre 1997 y 2007 Ecuador tuvo diez presidentes, incluyendo una presidenta que duró solo 48 horas y un efímero triunvirato de dos horas. Con esto, enfatizó la inestabilidad política posterior al episodio de la destitución.

¿Qué opinó Correa sobre las elecciones de 1996?

En otra publicación, hoy, 15 de agosto de 2025, Correa respondió a un seguidor sobre las elecciones presidenciales de 1996, en las que resultó vencedor Abdalá Bucaram con el 54,3 % de los votos frente a Jaime Nebot. Correa señaló: “¿Y qué más se podía esperar de Bucaram? Pero la gente votó por él por odio a Nebot. Y pese a que con Nebot me encuentro en las antípodas ideológicas, entre Nebot y Bucaram... 🤷🏻”. El emoticono del hombre encogiendo los hombros refleja un gesto de “no saber” o “no tener idea”, dejando entrever su valoración crítica pero matizada sobre aquella contienda electoral. La interpretación queda abierta.

El expresidente Abdalá Bucaram, por su parte, insiste en que su demanda ante la CIDH no tiene un objetivo económico, sino político e histórico. Rechaza la cifra de $ 200 millones que se ha difundido en medios y asegura que lo que realmente busca es el reconocimiento de que su destitución fue un golpe de Estado y la restauración de la dignidad de su apellido. Bucaram recuerda que el Congreso, presidido por Alarcón en 1997, lo declaró con “incapacidad mental” sin exámenes médicos que lo respaldaran, lo que forzó su salida abrupta del poder.

Actualmente, la CIDH ha otorgado al gobierno de Daniel Noboa un plazo de tres meses para justificar la legalidad de la destitución. Mientras tanto, la discusión sobre Bucaram vuelve al centro del debate público, con figuras políticas como Correa aportando su visión sobre uno de los episodios más controvertidos de la historia reciente de Ecuador.

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